A estas alturas de la película, nadie pone en duda que los hermanos Coen son dos mentes maravillosamente enfermas; dos cineastas singulares, que imponen en todas sus obras un universo personal e intransferible, que no se parece a nada ni a nadie. “La balada de Buster Scruggs” podría también titularse como su homónima de los Hermanos Marx “Los Hermanos Coen en el Oeste”. La incursión de los responsables de “Fargo” en el western colma todas las expectativas y nos deja una peli de vaqueros en el que se mantienen todas las claves del género, aunque después se las pasa por la particular y delirante batidora de la narrativa audiovisual de los Coen. Es una película para Netflix, dividida en seis cortas historias diferentes. Vaqueros cantantes, pistoleros, buscadores de oro, indios, caravanas y feriantes desfilan por este film, que contiene momentos altamente inquietantes, historias de una extraña belleza y algún relato flojillo, que no logra deslucir la brillantez del conjunto. Imprescindible para los fanáticos de los Coen y muy recomendable para cualquier aficionado al que le guste el buen cine.
A nadie en este mundo, salvo a los Coen, se le ocurriría contar la historia de un actor sin brazos y sin piernas, que recorre las praderas declamando textos de Shakespeare y la Biblia.