Harry Dean Stanton era uno de esos secundarios rocosos que hemos visto en decenas de películas. Pertenecía a la orgullosa estirpe de los actores de carácter, que le ha proporcionado al cine americano alguno de los mejores momentos de su historia. Durante sesenta años su rostro inconfundible se ha sucedido en pequeños papeles a los que siempre sabía sacarles un brillo especial.
‘Lucky’ es la película póstuma de HDS, el actor moriría poco después de rodarla y antes de que se produjera su estreno. Es un film de una sencillez ascética, en el que se nos plantea un paseo por temas como la soledad, la vejez, la muerte o la amistad. No hay ni una sola concesión a la sensiblería en una producción que discurre por los paisajes de uno de esos pueblos perdidos del desierto americano. Apenas pasa nada durante el metraje de ‘Lucky’, la economía de medios es absoluta. La película nos cuenta con una lentitud premeditada el día a día de un anciano de 90 años, que vive los últimos días de su vida entre copas en el bar, paseos y conversaciones con la vendedora del supermercado.
‘Lucky’ es la mirada profunda de Harry Dean Stanton desde una enorme pantalla. Una mirada que nos comunica soledad, alegría, agradecimiento y miedo ante la llegada de los momentos finales de la vida. No se puede hacer más con menos. Uno sale del cine estremecido, convencido de que por muchos efectos especiales y por muchos montajes artísticos que se utilicen en el cine actual, no hay un espectáculo cinematográfico más impactante que el rostro de un ser humano ante una cámara.
Ni triste ni alegre. ‘Lucky’ es como la despedida a un viejo amigo que se va. ‘Lucky’ es cine del grande aunque se nos presente bajo la envoltura de una película menor.