Me cabrea que la mayor parte de la crítica cinematográfica española haya despachado “Mi gran noche” de Álex de la Iglesia como una peliculilla menor o como una comedieta delirante y anárquica de escaso valor cinematográfico. Encuentro injusto este tratamiento para una obra en la que el director vasco hace una magnífica exhibición de su capacidad para hacer cine y en la que consigue atrapar al espectador en una emocionante montaña rusa de imágenes, que se convierte en un espléndido retrato de la locura en la que han caído nuestras televisiones. Hay que ser puñeteramente bueno para mantener en pie una película coral de estas características, hay que ser muy hábil para hacer funcionar como un reloj este teatro disparatado de divos, chonis, vividores y demás fauna caricaturesca y patética.