Palmira de Alcoy es un municipio ubicado en el interior de la provincia de Cienfuegos a 12 Km. al norte de la ciudad del mismo nombre que baña la bahía de Jagua, cuyo puerto es el segundo en importancia de la isla de Cuba. Tiene una población estimada de 33.000 habitantes y el eje de su economía es la producción agroindustrial azucarera seguida por la de vegetales.
Al igual que Alcoi, Palmira es una ciudad de provincias con cuatro ríos de escaso caudal que atraviesan un territorio en el que, a diferencia del nuestro, predominan las llanuras onduladas. Una de sus escuelas primarias se llama Vladimir Illich Lenin. Tiene 22 bibliotecas escolares, una pública, una Casa de Cultura denominada ‘Olga Alonso’ y además dispone de tres centros policlínicos, cuarenta y nueve consultorios médicos, un centro de higiene y epidemiología, tres hogares maternos y un hogar de ancianos.
En Palmira, como en Alcoy, también se practica el hockey, sólo que allí se trata de hockey sobre hierba, además del tiro, atletismo, boxeo y beisbol, que – al igual que sucede en el resto de Cuba – es el deporte rey de la población y a cuyos encuentros se puede asistir en cualquiera de sus tres estadios.
La Palmira cubana también está fuertemente arraigada a sus tradiciones sólo que allí la influencia no es mora ni cristiana sino que procede de la cultura yoruba que los esclavos que llegaron a la isla para trabajar la caña de azúcar trajeron desde su África Natal. También tienen una patrona, con funciones idénticas a nuestra Virgen de los Lirios, llamada Santa Bárbara o Shangó que junto con San Roque son las dos divinidades más adoradas en la población.
Dicho esto toca hacerse una pregunta obligada: ¿A santo de qué una población caribeña incluyó en su denominación el añadido ‘de Alcoy? La respuesta es bien sencilla.
A mediados del siglo XIX un comerciante habanero de talante liberal, Agustín de Serice, decidió fundar un poblado en un punto intermedio entre la ciudad de Santa Clara y el puerto marítimo de Cienfuegos buscando facilitar sus negocios. A la hora de ponerle nombre se decidió por Palmira, en parte inspirado por el libro ‘Las ruinas del Palmira’ del conde de Volney, del quien él como gran parte de la juventud cubana de comienzos del siglo XIX era un buen conocedor, y por otra debido al hecho que la ciudad siria, al igual que la suya, también se encontraba en un punto intermedio desde donde afluía el trafico de productos desde la India hasta el golfo pérsico.
El nombre de Palmira, sin embargo, no fue del agrado del Gobernador General de la isla de Cuba, don Federico Roncali Ceruti, el mismo que, en 1844, había aplastado en Alicante la rebelión liberal del comandante de carabineros Pantaleón Boné y que por ello había recibido el título de ‘Conde de Alcoy’ creado expresamente para él a solicitud de la Milicia Nacional de Alcoy.
Según el gobernador la obra en que se inspiraba la población no era adecuada, puesto que había recibido muchas censuras por parte de la crítica de aquellos tiempos. No obstante el problema quedó zanjado en cuanto al fundador Agustín de Serice, se le ocurrió añadir el título del gobernador al nombre original pasando la población a denominarse como Palmira de Alcoy.
Denominación que, como era lógico, nunca arraigó en la población y que rápidamente cayó en el olvido quedando únicamente como Palmira o Palmira de Cienfuegos tal y como se aprecia en este texto de un entusiasta palmireño:
‘Yo soy palmireño de la Palmira de Cienfuegos, Cuba. Soy un guajiro palmireño (y a mucha honra) que nació y creció dentro del fragor de las zafras azucareras, bajo el retumbar de los tambores de nuestro bembé, con el sabor de la raspadura de guarapo de los trapiches, con el canto del sinsonte y las tonadas de nuestra música campesina, sí, yo nací en Palmira, en el Barrio Segundo (la tibolera), ni siquiera fui a nacer en Cienfuegos, la gran ciudad. No, yo nací en Palmira, asistido por Amada una vieja partera de la Noria, santera de pies a cabeza, que le dió la bienvenida a cientos de palmireños como yo’.
Un recorrido por Palmira