La capacidad de los alcoyanos para traspapelar significados de palabras es infinita. El término amargor se utiliza en el lenguaje normal para describir un sabor o un estado de ánimo depresivo; en Alcoy, no: en esta extraña ciudad la amargor es un concepto climatológico que se usa para referirse a un frío extremo y especialmente molesto.
“No hace frío, hace amargor”. Esta frase críptica se puede escuchar de boca de muchos alcoyanos cuando el invierno aprieta; en esos momentos terribles en los que cruzar un puente de San Jorge es un deporte de riesgo, que puede acabar en neumonía. La amargor (así, en femenino) es un concepto que va mucho más allá de la mera bajada de temperaturas. Cuando un alcoyano dice que hace amargor tiene que acompañar la afirmación con el mismo gesto de dolor que tenían los soldados de Napoleón cuando se retiraban de Rusia. Cuando hace amargor las madres alcoyanas envuelven a sus hijos con toneladas de anoraks, bufandas, guantes y gorros de lana. Todo es poco para afrontar esta pesadilla de la meteorología.
Hay que señalar que los meteorólogos locales no han logrado ponerse de acuerdo en su definición del concepto amargor. La versión que cuenta con más partidarios señala que la amargor es una combinación de temperaturas inferiores a los 3 grados y de vientos de componente norte. Otros sectores de la ciencia meteorológica afirman simplemente que la amargor no existe, señalando que es solamente un término gramatical equivalente a la expresión castellana de hace un frío del carajo.