Son muchas las teorías referidas a los orígenes de la palabra ampomar, un alcoyanísimo verbo que combina parte de los significados de pillar desprevenido, engañar a alguien aprovechando su buena fe, hacerlo caer en un engaño o trampa, o bien, hacerlo pasar por el tubo ya sea de hilo, alambre o piel. Pero ¿de dónde viene toda esta amalgama de significados? ¿Cuál es su origen?
La principal teoría apunta que su origen tendría que ver con lo que le sucedió a Isaac Newton, cuando el científico se encontraba con ánimo contemplativo bajo la sombra de un manzano y, en un momento dado, uno de sus frutos (poma en catalán) cayó del árbol y el físico cogió al vuelo, u ampomó, tanto el fruto como la idea que posteriormente daría lugar a la ley de gravitación universal.
Esta teoría unida a aquella otra que dice que ampomar deriva de la acción de asir la parte de la espada conocida como pomo (que es el extremo de la guarnición que está encima del puño y que sirve para mantenerla unida y firme con la hoja) combinada a su vez con el sutil significado que se le da a empomar en Cuba, Méjico y Venezuela de enhebrar; y bastante menos sutil en Argentina: tener relaciones sexuales, en general, o penetrar a alguien con el miembro, en particular, nos da la solución.
Todas estas acepciones se debieron combinar en un momento dado – vaya usted a saber por qué – cual caldo primigenio dando como resultado el ampomar alcoyano cuyo significado viene a ser: ‘acción que realiza un individuo por la que es cogido en falta, o desprevenido, por un tercero y que, como consecuencia de la misma, este le empuña, enhebra o ensarta dejando, en cualquier caso al primero jodido’. Ejemplos: ‘Mariano, no vages al ple d’aquesta tarda que t’ampomaran’, ‘Euristela Maria ves amb compte amb la beguda que els divendres posen control i t’ampomarà la Guardia Sevil‘, ‘Borja Rodrigo no vajes sol per eixe carreró a fosques que algun dia t’amporarà algú’ etc.