Como gente formal y educada que son, los alcoyanos disponen de un complejo y detallado sistema de normas de cortesía que rigen su actividad social. Uno de los momentos culminantes de este conjunto de relaciones interpersonales es la denominada visita formal. Debemos entender la visita como el acto por el que un alcoyano (o un grupo de alcoyanos) acuden al domicilio de otro convecino (o convecinos) y mantienen allí un encuentro cuya duración nunca debe superar las tres horas, dado que a partir de ahí sería considerada una chapa, una pesadez o una ocupación denunciable en Comisaría.
La mayor parte de las visitas se suelen hace por la tarde y de ahí la importancia de la frase “anem-nos-en, que estes persones voldran sopar”. Estas palabras han de ser pronunciadas por el visitante cuando quiere ponerle fin a la visita. No se pueden pronunciar a tontas y a locas, ya que su uso exige un a cierta pericia social. Si uno se marcha de la casa visitada a las siete de la tarde, la frase carece totalmente de sentido. Si se marcha a las diez y media de la noche, lo que es un eufemismo amable se transforma en una especie de chiste de humor negro. Asimismo, es importante saber que esta fórmula de despedida se debe usar después de un determinado tiempo de visita, nunca menor de la media hora. Usar el “anem-nos-en, que estes persones voldran sopar” tras un encuentro de diez minutos sería interpretado como una auténtica ofensa por parte de la familia visitada, que traduciría las palabras como un “sois insoportables, nos vamos por que esto no hay quien lo aguante”.
Para acabar esta disquisición, hay que subrayar una carencia importante de la normativa social alcoyana: no existe ninguna alternativa a la frase “anem-nos-en, que estes persones voldran sopar” cuando el que quiere ponerle un final rápido a la visita es el visitado y no el visitante. En estos casos, hay que echarle mano a la imaginación y recurrir a todo tipo de tretas sucias, como: ponerse el pijama y el batín, bostezar insistentemente en la cara de los intrusos o ir directamente a la cocina y empezar a preparar la cena. Esta última opción tiene un riesgo grave: que los visitantes pelmas aprovechen la ocasión y decidan quedarse a cenar.
Nota: En casos muy extremos los afectados por una visita muy pesada podrán utilizar una «sutil» forma gramatical de echar a la gente a la calle. La frase es una versión tuneada de la expresión que inspira este artículo y suena más o menos así: «vamos a acostarnos, que está gente se querrá ir».