Además de ser un baile tradicional mexicano que llevó a los primeros puestos de las listas de éxitos al cantante chicano Richie Valens y al grupo Los Lobos, la bamba es una palabra de mucho uso en el alcoyano coloquial. Este concepto, acuñado oficialmente para referirse a un artículo dulce de bollería, sirve también también para referirse a un determinado tipo de zapatilla deportiva y ha generado a lo largo del tiempo un buen número de derivados que forman parte de nuestra habla cotidiana.
Inicialmente se usa el término bamba para referirse a una coca dulce y redonda elaborada con una pasta especial. En muchos ambientes alcoyanos, todavía se utiliza este apelativo para referirse a las cocas bobas, que sí son de pequeño tamaño se califican como bambetes, dado el desmedido amor de esta ciudad por los diminutivos. De estos orígenes pasteleros procede una de las más queridas expresiones del alcoyano popular: tener cara de bamba. Se utiliza está frase para referirse a todas aquellas personas que tiene un rostro grande, redondo y habitualmente inexpresivo. Es la versión local del clásico dicho castellano en el que se habla de tipos que tienen la cara como un pan de a kilo.
Por lo que respecta a las cuestiones del calzado, la palabra bamba sirve para definir unas zapatillas hechas con suela de goma y con loneta. Todo parece indicar que estamos ante la clásica extensión de una marca comercial que acabó dándole nombre genérico a un artículo. La casa Wamba decidió en su día usar el nombre de este rey visigodo para referirse a sus zapatillas y el término tuvo tanta fortuna, que ha acabado por quedarse entre nosotros para siempre. Los expertos discuten sobre la posibilidad de que la exclamación alcoyana ¡la Puri en bamba! se refiera a una joven muy popular, que usaba habitualmente este tipo de calzado.
Hay que referirse finalmente a otro derivado importante: el verbo bambar. Se trata de un concepto muy sutil, que define la acción de una persona que va de acá para allá sin hacer nada de provecho y sin obtener ningún resultado concreto de su insistente merodeo. Se puede bambar en el tiempo libre, en un concepto que está muy cerca del paseo tradicional. También se puede bambar en el lugar del trabajo, en donde este verbo adquiere tonos parecidos al escaqueo de toda la vida.
Hay que señalar que técnicos lingüistas han rechazado en un congreso recientemente celebrado en la Venta Saltera la existencia de cualquier relación entre las palabras bamba y bambolla.