La escatología lingüística ataca de nuevo. He aquí una expresión de uso habitual entre los alcoyanos, que resulta especialmente desagradable a los oídos foráneos y en general a cualquier persona ajena a las peculiaridades del habla local. Se utilizan los términos cagaet y cagaeta para describir el gran parecido existente entre dos personas entre las que suele haber algún tipo de vínculo familiar.
En Alcoy no es extraño escuchar que “fulano es cagaet a su padre” o que mengana es “cagaeta a la tía Cándida”. Por contradictorio que parezca, ni la mierda ni el acto fisiológico de defecar tienen nada que ver con estas extrañas construcciones gramaticales. Cuando un alcoyano dice de otro que es cagaet a un determinado familiar, quiere decir que entre los dos sujetos existen importantes semejanzas tanto físicas como de carácter. Por extraño que parezca, ningún habitante de esta ciudad se ofende cuando alguien le aplica este concepto comparativo aparentemente cochino.
Expertos lingüistas de todo el mundo han intentado reconstruir el camino mental por el que los alcoyanos han conseguido unir dos universos tan lejanos como el de la caguera y el de la genética. Las disquisiciones de estos científicos han llenado tomos y tomos de estudios, incurriendo en numerosas ocasiones en especulaciones que nos llevarían por derroteros bastante asquerosos y malolientes. Aplicando literalmente el significado de la expresión, se puede afirmar que cuando un alcoyano dice de otro que es cagaet a su padre, en realidad está diciendo que el citado sujeto vendría a ser muy parecido a su progenitor, pero cubierto de mierda. Estos inaceptables y repugnantes planteamientos han sido rotundamente rechazados por las autoridades lingüísticas locales, al considerar que son una ofensa para la historia y la idiosincrasia de todos los alcoyanos.
Antes de finalizar esta disquisición, hay que subrayar otro dato significativo: el uso estratégico del diminutivo. Se acepta con total normalidad afirmar que un alcoyano a una alcoyana es cagaet o cagaeta a otro vecino o vecina de la ciudad. Sin embargo, si se utiliza el participio en su formato básico (cagat o cagá) la persona que pronuncia la frase se vería considerada como un tipo ordinario y malhablado. Misterios de esta ciudad misteriosa.