Hubo un tiempo lejano en el que en Alcoy no existían las bandas rock, ni los grupos de indie pop, ni las formaciones de punk electrónico, ni los cantautores comprometidos. Corrían los años sesenta y los setenta del pasado siglo y toda la actividad musical juvenil se podía resumir en una sola palabra: el conjunto (así dicho en castellano).
¿En qué consistía un conjunto?. Básicamente era un grupo de cuatro cinco amigotes unidos por su amor a la música moderna y por su deseo de subirse a un escenario a triunfar imitando a los grandes astros de la época, ya fueran los Beatles o formaciones españolas más modestas como los Brincos o los Sirex. La estructura básica de un conjunto alcoyano era la siguiente: el más guapo quedaba nombrado cantante, el más bruto asumía la dura tarea de tocar la batería, los más normales se quedaban con las guitarras y el órgano (si lo había) y al más sompo le condenaban a morirse de aburrimiento con el bajo. Hay que subrayar otra característica particular de los conjuntos alcoyanos: todos absolutamente todos, se hacían una fotografía en las escaleras del templete de la Glorieta; era una exigencia ineludible, que en ocasiones se hacía incluso antes de los primeros ensayos. Hay grupos que tienen la foto y el cartel y que nunca llegaron a actuar.
Los conjuntos alcoyanos se acostumbraron a empezar literalmente desde cero. Muchas formaciones iniciaron su camino sin que ninguno de sus miembros tuviera la más mínima idea de tocar un instrumento. A base de ensayos en cellers y de conciertos en la Glorieta (durante unos años, el parque del centro era nuestro particular Woodstock), algunos de estos grupos lograron coger oficio y en casos muy contados, hasta ganarse la vida con la música. Ahí está el caso de Camilo Sesto, que de humilde conjuntero de base acabó en gran estrella internacional.
¿Cuál era el repertorio de los conjuntos?. En su mayor parte, estos grupos musicales interpretaban con mayor o menor fortuna versiones de otras formaciones españolas, muchas de las cuales eran a su vez versiones de éxitos ingleses o americanos, produciéndose un extraño bucle en el que uno no sabía si el Submarino Amarillo era una pieza de los Beatles, de los Mustang o de Eddy y los Batoymen. Sólo los más lanzados se atrevían a cantar en el famoso inglés chapurreado de la época, plagado de construcciones gramaticales inventadas del tipo “guachguey o guachiyú”. Como en aquellos tiempos casi nadie sabía inglés, el camelo colaba con facilidad y lograba asombrar a los públicos más exigentes.
Los conjuntos entraron en decadencia conforme iban desapareciendo en Alcoy los locales para hacer música en directo. La palabra ha sobrevivido sólo entre personas de edad avanzada que residen en localidades de pequeño tamaño, son aquellos señores que se dirigen a los componentes de la banda que amenizará la verbena del pueblo en términos respetuosos y que les dicen frases del tipo “són vostès, els del conjunto?. Podrien tocar Paquito el Xocolatero, es que aixó del reggaetón ambafa?”.