Estamos ante el gran comodín de la sanidad popular alcoyana. Como sus primos hermanos el ataquet y l’acataxonà, el metabolisme es un ente inaprensible que nos sirve a los alcoyanos como la excusa perfecta para justificar dolencias inventadas, vicios inconfesables o manías inexplicables.
Cojamos un par de ejemplos. Un tipo que con 25 años estaba hecho un figurín, alcanza la cuarentena y se convierte en un personaje gordo, con barriga prominente, rostro abotargado y unos andares lentos y torpes. Si alguien le pregunta sobre las causas de su drástica transformación física, el implicado responde con un contundente “es que me ha cambiado el metabolisme” y todo el mundo se da por satisfecho. Por supuesto, nadie hace la más mínima alusión al hecho de que este personaje lleva cerca de dos décadas sometido a una dieta de bocadillos de tortilla con longaniza, platos de morro frito y paellas gigantescas; todo ello regado con cantidades industriales de cerveza, vino y todo tipo de bebidas espirituosas. Otro caso. Una joven dulce y adorable se casa con su novio de toda la vida y con el paso del tiempo acaba transfigurada en una peligrosa arpía, en perpetuo malhumor y con una enfermiza tendencia a convertir todas sus conversaciones en agrias críticas contra toda la gente que la rodea. Nuevamente, se echará mano al cambio del metabolisme para explicar esta extraña evolución. Ni que decir tiene que a nadie, absolutamente a nadie, se le ocurrirá pensar que la metamorfosis de esta buena mujer se puede deber al hecho incontestable de que su marido es un tipo inaguantable y de que sus suegros son un par de víboras del Puntet que la tienen amargada durante décadas por que considerar que es muy poca cosa “per al meu xicon”. Aquí, en Alcoy, no existe causa/efecto; el metabolisme es un eufemismo que nos permite tapar todo tipo de dramas humanos.
Científicos de las más destacadas universidades internacionales llevan siglos intentando averiguar en qué consiste exactamente el metabolisme. Es un trabajo ímprobo, que ha acabado siempre en un rotundo fracaso. Los alcoyanos hipocondríacos afectados por este problema se ven obligados a recorrer un auténtico calvario de especialistas médicos, curanderos, herboristas y profesores de yoga sin que nadie sea capaz de solucionar su drama. La situación ha llegado a tal punto, que incluso se ha creado una asociación de afectados que ha presentado ante las Cortes Valencianas una petición oficial para que se cree la especialidad de Metabolisme dentro de las facultades de Medicina, solicitud que ha sido rechazada con grandes risas por todos los grupos del arco parlamentario.
Los defensores de la existencia del metabolisme subrayan la importancia de este concepto sanitario y ponen como ejemplo al mismísimo Adolfo Hitler, un hombre que además de ser un psicópata violento y un hijo de la gran puta, presentaba importantes problemas metabólicos, que le provocaban dolorosas flatulencias y súbitos ataques de ira destructiva. Según esta versión de los hechos, la Segunda Guerra Mundial se podría haber evitado si alguien se hubiera tomado en serio la existencia del metabolisme.