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Diccionari de butxaca
Enviscà
El concepto sirve para describir un desastre especialmente pringoso y maloliente
Fernando Lázaro El Carreter - 31/03/2021
Enviscà
Jugadores de fútbol americano disfrutando de una enviscà deportiva

He aquí otra de esas magníficas metáforas alcoyanas, cuyo uso sirve para enriquecer el lenguaje con todo tipo de matices. Enviscà (pronúnciese con a de Anriqueta) es una palabra que sirve para describir un desastre que afecta a una o a varias personas; es una empastrà especialmente pringosa y maloliente.

El origen de este vocablo hay que situarlo en una atávica modalidad cinegética, que practicaban nuestros abuelos. Enviscar consistía básicamente en untar con un pegamento pastoso unas ramitas estratégicamente colocadas en una fuente de la sierra, para capturar vivos los pajaritos que se quedaban pegados a ellas. Con el tiempo, estos crueles safaris ornitológicos fueron ilegalizados y la palabra acabó usándose únicamente en el sentido figurado.

Enviscà, en Alcoy, es sinónimo de suciedad y de desorden. La debacle que presenta una casa a la mañana siguiente de acoger una fiesta salvaje, la alcoyanísima viscosidad que afecta a la calle de San Nicolás tras una noche de entraetes o el aspecto habitual de un piso masculino de estudiantes, son situaciones que resumen perfectamente el concepto. La enviscà es el pringue elevado a la enésima potencia; salir de ese estado vergonzante exige un importante esfuerzo de limpieza, así como el uso de productos químicos potentes: desde lejía perfumada hasta salfumán, si las cosas han llegado a territorios especialmente graves.

La enviscà alcanza toda su potencia metafórica cuando se aplica al mundo de la economía y de la política. La historia de Alcoy está llena de grandes enviscaes. En el Olimpo local de los negocios figuran con letras de oro emblemáticos empresarios o eximios promotores inmobiliarios, que suspendieron pagos, cerraron sus chiringuitos y se dieron a la fuga dejando un masivo rastro de deudas y de convecinos enviscats.

En la política pasa algo parecido, proyectos como el parking de la Rosaleda o el bulevar de la explanación ferrocarril son un perfecto ejemplo de enviscà urbanística. Son obras pegajosas, de las que resulta muy difícil desprenderse, ya que exigen un interminable rosario de gestiones judiciales y de trámites administrativos. La sensación es la misma que siente una persona que acaba de pisar una mierda de perro en la calle.

También se puede usar este término como sinónimo de corrupción. Por los tribunales pasan todas las semanas dirigentes autonómicos y nacionales del PP enviscats en algún escándalo de comisiones ilegales. Aunque en este caso conviene puntualizar que lo que enviscaba a estos sujetos no era la suciedad ni ningún pringue asqueroso, sino cantidades suculentas de flamantes billetes de 500 euros metidos en maletines.

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