Magnífica metáfora repostera con la que los alcoyanos definen el placer culpable de introducirse el dedo en las narices para emprender una particular y gorrina búsqueda del tesoro. Fer rotllos es un concepto que va más allá del clásico hurgarse la nariz. Fer rotllos es casi un ejercicio de minería, que exige a sus practicantes habilidad e insistencia en sus recorridos por las interioridades de sus fosas nasales.
No hay límites de tiempo ni de profundidad para estos exploradores de la anatomía humana, que utilizan esta práctica como un método de distracción para matar el aburrimiento o como un sistema de relajación con el que consiguen evadirse durante unos minutos de la dura realidad del día a día.
El acto de fer rotllos se divide en cuatro fases diferentes: la primera es la de búsqueda y exploración, la segunda es la de la de recogida de materiales (léase mocos), la tercera es la de acopio y modelado y la cuarta es la eliminación de restos depositándolos siempre en lugares ocultos para no delatar esta fea costumbre. Hay que subrayar que Dios en si infinita sabiduría le ha dado al hombre dos instrumentos perfectos para afrontar la delicada tarea de fer rotllos: se trata los dedos índices de ambas manos, que podrán ser utilizados según el orificio nasal elegido.
Pese a que millones de seres humanos hacen rollos cada día en todos los países del mundo, se trata de una práctica socialmente mal vista y cualquier persona sorprendida en una de estas untuosas expediciones a las cavidades de la nariz es condenada rápidamente por sus semejantes, que lo considerarán un tipo cochino y descuidado con su higiene personal. Fer rotllos pertenece a la esfera estrictamente privada del ser humano y el que no tenga clara esta afirmación acabará condenado al más duro (y merecido) rechazo social.