Estamos ante una fórmula de gran belleza lingüística, que por desgracia está perdiendo terreno en el habla cotidiana de la gente. Básicamente, fer un preguntat es lo mismo que preguntar, pero el concepto presenta un valor añadido de solemnidad, que hace que los alcoyanos sólo lo utilicemos en aquellas ocasiones especiales en las que la relevancia de la respuesta así se lo merece.
Habitualmente, los habitantes de esta ciudad vamos por la vida haciendo diferentes tipos de preguntas: ¿dónde está el servicio?, ¿a qué hora viene el fontanero a arreglar el grifo? o ¿cuándo demonios me vas a devolver los 500 euros que te presté el Día de los Músicos de 2007?. Fer un preguntat representa una vuelta de tuerca más en el proceso interrogación con el que alguien quiere obtener una determinada información.
¿Cuándo se debe utilizar el término fer un preguntat?. La explicación es sencilla: sólo en aquellos casos en los que la respuesta sea de vital importancia para la vida del preguntante. Pongamos unos cuantos ejemplos: los alcoyanos hacemos preguntats cuando ejercemos de turistas perdidos en alguna ciudad extraña, cuando vamos al Ayuntamiento a reclamar por alguna multa, cuando llegamos a la sucursal bancaria a enterarnos de porqué nos han cargado una comisión tan brutal como incomprensible o cuando asistimos a una asamblea vecinal en la que el alcalde nos ha explicado las bondades del plan de peatonalización del centro.
El preguntat exige a sus practicantes una actitud especial. Si las preguntas normales se pueden hacer de cualquier manera y sin ningún tipo de preparación previa, el uso de esta fórmula gramatical exige al preguntador un porte inquisitivo y una atención concentrada ante las respuestas que le dé su interlocutor. El objetivo es obtener una información clara y definitiva y cualquier esfuerzo es poco para lograrlo.