Mucho antes de que los grandes chefs inventarán la cocina de fusión, los alcoyanos habían aplicado estas mismas técnicas a la lingüística. Hay un ejemplo prototípico de esta práctica singular: la palabra ferlamar, un adjetivo de mucho uso que procede de la unión de los tres vocablos fundamentales de la frase mandar a alguien a fer la mar (o la mà, según gustos). ¿Qué es exactamente un ferlamar?. Básicamente se aplica este calificativo a personas que generan poca confianza, ya que en su vida personal o laboral actúan con dejadez y desorden.
No es buena cosa ser un ferlamar en Alcoy. Esta cualidad, a mitad de camino entre el tararot y el collons al vol, es una condición que lastra la vida y la carrera profesional de la persona que la ostenta. Un hombre o una mujer con fama de ferlamar tienen pocas posibilidades de acceder a cargos de responsabilidad y sufren con el paso del tiempo una dolorosa reducción de su círculo de amistades. Los alcoyanos tenemos fama de ser gente seria y trabajadora y como sociedad nos cuesta perdonar la desidia y la falta de rigor.
La única manera de prosperar en la vida siendo un ferlamar pasa por ocultar sistemáticamente este defecto de fábrica al resto de la Humanidad. Se han dado innumerables casos de tipos que han alcanzado grandes puestos en la política o en el mundo empresarial escondiendo con éxito esta tara, en una suplantación que ha originado notables catástrofes para la ciudad. Cuando la gente se dio cuenta de que eran unos auténticos irresponsables, a los que igual les daba ocho que ochenta, ya tenían demasiado poder para apearlos de sus honores y mandarlos a ese oscuro limbo de incompetencia en el que vegetan merecidamente el resto de ferlamars alcoyanos.
Hay que subrayar que en algunas ocasiones el concepto ferlamar se traslada de forma metafórica a hechos y a acontecimientos. En estos casos se utiliza como sinónimo de desastre y de caos organizativo. En Alcoy tenemos boatos festeros que son un ferlamar, congresos sobre temas estratégicos que ostentan este mismo título vergonzante y hasta banquetes de boda ferlamarescos en los que llega antes la tarta que los aperitivos.