Su Majestad la bacora. He aquí un concepto multiusos, que partiendo desde sus modestos orígenes frutales ha rendido múltiples servicios lingüísticos a los alcoyanos. Aquí gramaticalmente lo aprovechamos todo y en este pueblo utilizamos este término para describir una fruta, para hablar de un singular estado de ánimo y para referirnos (de manera bastorra, todo sea dicho) a una parte fundamental de la anatomía femenina.
En su origen, la bacora (breva en castellano) es el producto de la primera cosecha de la higuera. Aunque técnicamente es una infrutescencia (el fruto real de la higuera es el higo), los alcoyanos disfrutamos de este maravilloso producto –oscuro por fuera y rojo por dentro- durante un feliz periodo de tiempo que coincide con la celebración del día de San Juan, allá por el mes de junio. Como delicatassen gastronómica, la bacora tiene partidarios acérrimos y en la capital de la provincia ha acabado por convertirse en un auténtico símbolo de sus festejos de Hogueras, en una relación simbiótica comparable a la que tienen las habas tiernas con las comilonas de las Fiestas de Alcoy.
Dulce, rica en fibra y en calorías, la bacora alcoyana ha dado un paso más allá y nos sirve para describir un determinado estado de ánimo ante la vida. Estar bacora es una construcción que sirve para referirse a una persona que sufre un estado permanente o transitorio de apechinamiento y de falta de reflejos intelectuales. Se han creado incluso verbos: embacorarse, y abacorarse, que tienen esta misma utilidad. Todo parece indicar que este trasvase de significados procede de la inexpresividad física de la propia fruta y de su sabor dulzón y poco sorprendente.
Finalmente, hay que señalar que el concepto ha llegado a un tercer significado altamente metafórico, usándose para describir el órgano sexual femenino. Aunque no es cuestión de entrar en detalles, queda claro que para hacer esta pirueta filológica se han tenido en cuenta las formas, los colores y las texturas de este producto frutal. La frase “eixe té una falta de bacora que asusta” se ha integrado en el lenguaje normal para referirse a individuos varones que desarrollan extrañas dolencias psicológicas por su persistente falta de trato carnal con las mujeres.
Escuché esa palabra haciendo referencia a la vagina por primera vez en colonia del sacramento (uruguay) y Google me trajo hasta aquí.