Cuando los alcoyanos nos encontramos con una persona obesa y no queremos utilizar el calificativo ofensivo de gordo, utilizamos una palabra que supone una de las obras cumbre de nuestra capacidad para crear eufemismos: refetot o refetota, según el sexo del sujeto en cuestión.
Lección importante para visitantes foráneos. Cuando un alcoyano le diga que usted está refetot, no está lanzándole ningún piropo. Lo que le está diciendo de manera sibilina es que usted está gordo y que necesita acudir con urgencia a la consulta de un nutricionista. Los habitantes de esta ciudad tenemos una aversión enfermiza a llamar a las cosas por su nombre. Nos resulta mentalmente imposible llamarle gordo a un gordo o gorda a una gorda. Para resolver este aprieto hemos acuñado el término refetot, que le permite al insultado albergar una leve (e infundada) esperanza de que le están describiendo como un tipo de complexión fuerte.
El refetot es la versión alcoyana de los huesos grandes, construcción que se usa en castellano con el mismo objetivo: evitar cualquier referencia directa a la gordura, culpando al esqueleto del exceso de grasa y de kilos.
Si le echamos una mirada al significado literal de la palabra refetot (siempre en aumentativo) podríamos llegar a la errónea conclusión de que el concepto se usa para referirse a personas flacas, que han rehecho su anatomía y han vivido un espectacular proceso de engorde. Nada de eso. El refetot se utiliza para calificar a personas gordas, sin más distingos; de igual que hayan engordado en los últimos años o que hayan sido desde bebés unas auténticas bolas de grasa.