Partiendo del mecanismo básico de funcionamiento del sifón (apretón de la manilla, salida inmediata de un potente chorro de agua carbonatada por el pitorro), los alcoyanos han elaborado una magnífica metáfora: sifonà. Con esta palabra contundente, los habitantes de la industriosa Ciudad del Serpis describen los golpes inesperados o violentos, ya sea en sentido literal o figurado.
El concepto sifonà hunde sus raíces en aquellos lejanos tiempos en los que se usaba el sifón en las comidas o en los aperitivos. Aquellas botellas con aspecto de bomba de la Primera Guerra Mundial eran lo último en adelantos tecnológicos y permitían a la gente de a pie acceder a las delicias del agua mineral con gas o agua de Seltz, como se la conocía entonces. La fuerza con la que manaba agua el pitorro de aquel extraño artefacto era legendaria y acabó acuñando una palabra habitual en el vocabulario de la ciudad.
La vida del alcoyano medio está llena de sifonaes. Bajo este epígrafe se incluyen innumerables momentos jodidos del acontecer cotidiano: cuando uno recibe un fuerte balonazo en la cara mientras juega un partido de fútbol con los amigos, después de mirar la cuenta abultada de un restaurante de alto copete, cuando un peatón se desloma tras resbalarse en una acera marmórea de la calle San Nicolás o cuando el propietario de una empresa se fuga a Brasil dejando tras de sí un rastro de deudas y de gente arruinada. Hay que subrayar un dato importante: la sifonà es por principio un asunto negativo y doloroso. No hay sifonaes buenas ni regulares, todas suponen un golpe físico o moral, que deja seriamente tocadas a sus víctimas.
El concepto sifonà ha tenido una especial repercusión en el mundo del deporte. Personajes como Ronald Koeman han hecho toda una carrera futbolística convirtiendo el lanzamiento de penaltis en un auténtico tratado sobre les sifonaes. El mundo del boxeo cuenta con un palmarés inacabable de púgiles que se convirtieron en leyenda a base de propinar sifonaes a sus contrincantes. Y en la Fórmula 1 hay pilotos que son auténticos especialistas en destrozar sus coches a base de destrozarlos pegándose sifonaes con cualquier otro vehículo, valla o cartel publicitarios que tengan a mano.