La exposición de Rubén Fresneda analiza en profundidad la relación metonímica sustitutiva entre la codificación alfanumérica-administrativa y el individuo. En otras palabras, cómo la abreviatura numérica nos ha absorbido a todos y cada uno de nosotros, quitándonos el significado que un día tuvimos. ¿Nos sentimos desamparados, en esta especie de jeroglífico? No respondáis todavía.
26 años, 2 segundos de tiempo de reacción, 50 kg. Esto es una persona, un “yo”. Imaginen que son un número. Vamos a ponerlo difícil; basémonos en el lenguaje binario, que alterna el “0” y el “1”.
Intente mantener el ritmo de todo lo que le exige aquello que le rodea. Póngase a la cola de la Agencia Tributaria, del aeropuerto, de la universidad. Va a ser absorbido por una multitud de organismos e instituciones que configurarán su identidad a base de golpes de teclado, en la mayor parte de los casos. No más sentimientos, ni impulsos, ni posibilidad de queja ni palabra. Déjese la cartera en casa; también su instinto, por otra parte. Puede considerarse, literalmente —y si este es su número binario—, un cero a la iz-quierda. Pero… ¡Ojo con que no le anulen! Mejor dicho: no se deje aplastar.
La historia de los diccionarios… ha pasado a la historia. El abecedario no es más que un recuerdo. Las letras se impregnan de desconocimiento y acaban difuminándose: los números toman el poder. La humanidad se reescribe con números, y la expresión es abominada por un automatismo dogmático que corta nuestras lenguas. Parece ser que es tiempo de rebeldía y desenfreno cifrado.
Esto es precisamente Alfanumerics; una orgía difícil de leer, pero fácil de digerir. Porque todos han comido sopa de letras en algún momento de sus vidas. Puede tomárselo como parte del juego o convertirse en una especie de Domiciano, el emperador romano que se pasaba el tiempo cazando moscas. Le proponemos la primera alternativa: intente pasar de los menudillos compuestos de letras y números a un sentido de realidad válido para usted. Comparta el resultado, o resérveselo. “Despierte, abra los ojos, piense”, le incita el artífice de la serie Alfanumerics. Camine, mire hacia delante. En definitiva, “conozca su propio yo, y no el que lleva en la cartera”, añade Fresneda.
“(…) A la intemperie –entiéndase como desamparo-, uno se vuelve abstracto e impersonal. Su individualidad le abandona (…)” (La decadencia de la mentira, Oscar Wilde).
Para más información puede visitar: www.rfresneda.wordpress.com o www.alfanumerics.wordpress.com