Sí, las aulas de mayores trascienden lo puramente académico. Los que allí impartimos clases enseguida nos dimos cuenta del hechizo, de la magia que se vive en las aulas, como un ángel cincelado con el escoplo del tiempo. Ellos, los alumnos, también nos enseñan a los profesores valores como la paciencia, la constancia, la humildad, las ganas de aprender y, sobre todo, las ganas de vivir.
Saben buscar proustianamente el tiempo perdido y lo hacen diariamente con ese sencillo rescatador de años que es un lápiz o un pincel. Todos ellos tenían una vocación encajonada que la imperiosa búsqueda de la vida cerró con siete llaves. Ahora ya no tienen prisa, ya no tienen que preocuparse por llegar a fin de mes, ya no tienen que apretar tornillos ni devanarse los sesos en una triste oficina. Ahora, lo único que tienen entre manos es una industria de sueños, una máquina donde encontrarse a sí mismos, el placer diario de reinventarse. Dejaron de ser un eslabón de un desquiciado sistema y un simple lienzo, un humilde bloc de dibujo son la puerta que les conduce a una libertad más que merecida.
La parte heroica de su actitud pasa por no derrumbarse, por no dar por cerrado un ciclo vital que los tuvo atrapados durante tanto tiempo, por no convertir un sofá y una tele en su santo y seña. La parte heroica es la forma disciplinada que tienen de reencontrarse con ellos mismos, ver reflejada en sus obras la hasta ahora sólo intuida danza de la belleza.
Sus logros, sus avances se marcan en sus caras a fuego lento a medida que son conscientes de que, de sus manos, algunas temblorosas, va saliendo el duende de la vocación dormida, a medida que van viendo que las siete llaves abren de pronto el cajón donde languidecían las horas, los días, los años escondidos.
Cierro esta crónica doméstica agradeciendo fuertemente las enseñanzas recibidas por este grupo de almas que, a pesar de los pesares, a pesar de la edad, siguen valerosamente plantándole cara, con tanta ilusión como ganas, al caballo desbocado y sin retorno que es el paso del tiempo.
Enhorabuena, artistas.