Cuando a Francis Ford Coppola le preguntan por “Apocalypse Now” suele responder con una frase aparentemente incomprensible, pero llena de sentido: “Esto no es una película sobre la guerra de Vietnam, esto es la guerra de Vietnam”. Algo muy parecido podría decir Jordi Botella cuando alguien le pregunte sobre “Metralla”; una novela sobre la Guerra Civil, en la que en vez de ofrecernos un relato académico sobre el conflicto, logra sumergirnos en un universo de miedos, derrotas, heroísmos y miserias que compuso el paisaje humano de una contienda que ha marcado para siempre nuestra historia.
Que nadie busque en el último libro de este escritor alcoyano uno de esos retratos tópicos sobre la guerra del 36 a los que tan acostumbrados nos tienen la literatura y el cine desde los años de la Transición. Aquí, no hay milicianos arcangélicos ni falangistas villanos de caricatura con bigotito fino y pelo planchado de fijador. Aquí, hay gente normal y corriente, arrastrada por el temporal violento de un conflicto que abrió en canal a toda una sociedad. Aquí, hay hambre, roña, muerte, instantes de valor, momentos de cobardía y demostraciones de la inacabable capacidad de supervivencia que tiene el ser humano. Jordi Botella despliega toda su capacidad poética y todas sus habilidades literarias para conseguir un objetivo muy ambicioso: meternos en la piel de unos personajes, que en un momento determinado de sus vidas se vieron atropellados por el viento de la Historia y se tuvieron que enfrentar a los desastres de una guerra fratricida.
Esta novela -que arranca en 1938 a un año de la victoria franquista- es sobre todo una historia de perdedores. “Metralla” es un baile de figuras empujadas por un destino amenazante, que recorren sus biografías bajo la opresión de una derrota tan brutal como inminente. Un grupo familiar es la base sobre la que descansa la trama. Hermanos, padres e hijos como una perfecta parábola para explicar qué le pasa a una sociedad cuando ve destruido hasta el último resto de normalidad por la violencia de un conflicto armado. Estamos ante un libro coral, que a lo largo de sus 350 páginas nos muestra una atractiva galería de personajes que han de moverse en el extraño territorio que separa el drama colectivo de una Guerra Civil de los retos más prosaicos de la vida cotidiana.
En esta creación de Jordi Botella la Geografía juega un papel importante y en muchas ocasiones el paisaje asume un papel activo de protagonista. “Metralla” discurre en un escenario físico muy concreto, que va desde Alcoy a Castellón. Los ríos, las viejas fábricas textiles, las calles y las sierras son una parte fundamental del relato y tienen un peso específico que va más allá del mero retrato historicista o nostálgico. Los personajes ganan en riqueza de matices cuando se les sitúa en el entorno que los rodea. La descripción de aquel Alcoy atormentado por todas las facetas de la tragedia bélica está realizada con una sugerente belleza poética y es uno de los valores añadidos de una novela que aspira a ir más allá de las peripecias personales de su elenco de protagonistas, para conseguir un gran fresco social de una época especialmente dura y compleja.
Tras su lectura, una cosa queda muy clara: “Metralla” no es una novela más sobre la Guerra Civil. En medio de un panorama literario que ha abusado del conflicto del 36 hasta la extenuación, es de agradecer el esfuerzo suplementario efectuado por Jordi Botella. El autor se ha salido de los caminos más trillados y ha arriesgado para ofrecernos un punto de vista novedoso y diferente de un tema inagotable. Una sociedad que todavía sigue arrastrando los fantasmas de una contienda vivida hace más de 80 años, debería agradecer cualquier aportación nueva que la ayude a entender este tramo tan oscuro de su historia.