Seis alcaldes de municipios de l´Alcoià y El Comtat (cuya identidad no se ha revelado) han ingresado en el último mes en un centro de desintoxicación de adictos a las rotondas, creado por la Fundación Mare de Déu Senyor. Los seis munícipes permanecen internados en una masía aislada de la Sierra de Mariola en la que reciben un tratamiento de choque consistente en proporcionarles una medicación especial, que les provoca sudores fríos y malestar general cada vez que se enfrentan a una figura en forma de circunferencia.
La Fundación Mare de Déu Senyor fue creada por Facundo Redolí, ex responsable de Obras y Servicios de la Diputación Provincial de Alicante. Durante sus ocho años de mandato, este dirigente político construyó un total de 873 rotondas en diferentes poblaciones de la provincia, descubriendo que está extraña conducta respondía a una adicción compulsiva. En declaraciones a “Más falso que un Judas”, Redolí afirmó que “una vez que empiezas con las rotondas, no puedes parar. Me he gastado millones y millones de euros en este feo vicio. He construido rotondas hasta en pistas forestales de la zona del Mas del Somo y en secarrales abandonados de Xixona”. A pesar de la gravedad de la situación, Facundo deja un espacio para el optimismo “de la rotonda se sale, yo llevo casi dos años sin construir ninguna y eso que soy concejal de tráfico de mi pueblo, pero me apaño con los semáforos y con los cruces con señales de Stop de toda la vida”.
Respecto a la situación de los seis alcaldes ingresados en el centro de desintoxicación, las autoridades mantienen el más absoluto mutismo. Lo único que ha trascendido es que en el grupo figura el primer edil de una pequeña población de 200 habitantes que lleva diez años sin celebrar fiestas patronales, porque el Ayuntamiento se ha gastado todo el dinero del presupuesto en rotondas inútiles. También se ha descubierto que entre los alcaldes de las ciudades grandes de la comarca se ha producido un extraño pique, en el que unos compiten con otros a la hora de ver quién hace la rotonda más grande y con el monumento más raro.
Finalmente, hay que señalar que fuentes de la Conselleria de Trabajo están estudiando la posibilidad de declarar la adicción a la rotonda como enfermedad profesional. Alcaldes, concejales de Tráfico, directores generales y consellers se podrían beneficiar de una paguita de invalidez si esta compulsión les impide desarrollar con normalidad sus funciones políticas.