Varios miles de personas (dos docenas y media según la Delegación del Gobierno) se han agolpado frente al palacio del Arzobispado de Alcalá de Henares al extenderse a través de las redes sociales la noticia de que su titular, además de la homosexualidad, también es capaz de curar el padrejón o histeria masculina, el flato, el empacho y, en algunos casos, hasta el estreñimiento.
La multitud, que ha acudido en pelota picada para agilizar la aplicación del tratamiento ha sido sometida inmediatamente al ritual de sanamiento que según el padre Aitor Quemada, portavoz del arzobispado, consiste en “guardar en un bolsita de tela blanca una cabeza de ajo con hierbabuena y perejil y llevarlo a siete iglesias, humedeciendo el saquito en las pilas de agua bendita de dichos templos mientras se recita: Líbrame de mi enemigo, de cuantos me quieran mal y dame salud, suerte y, si es posible, algo en efectivo.”
Aunque no existen estadísticas fehacientes, según la información de personas que se han sometido al tratamiento, el resultado ha sido desigual. Pues mientras que algunas han sanado repentina y milagrosamente, muchas otras, han destapado el tarro de las esencias y se han ido por la pata abajo, dejando la sede arzobispal hecha unos zorros.