Si prescindimos de pianistas y cantantes, la prensa del cambio de siglo –del XIX al XX– ofrece pocos testimonios sobre mujeres músicos: la práctica instrumental en grupo, parece exclusivamente reservada a los varones. Es bien conocido que las formaciones musicales alcoyanas no empezarán a normalizar esta situación hasta el último tercio del siglo XX.
Por esto, al descubrír a Adela Martí, me pareció interesante viajar de su mano un siglo atrás. La figura de Adela Martí apareció mientras estaba recopilando datos sobre su hermano Eliseo así, sin pretenderlo, Adela me ofreció algunas claves para entender la relación entre música y sociedad a principios del siglo XX y también para acercarme al pensamiento de la época desde la distancia de algo más de un siglo.
La escasa presencia de mujeres guitarristas en Alcoy en el advenimiento del siglo XX –únicamente han llegado noticias sobre algunas profesionales, como la mandolinista Remedios Sanchis, que periódicamente pisaron los escenarios alcoyanos– refleja una situación corroborada por la discípula alicantina de Tárrega, Elvira Mingot (Alicante, 1876 – 1965), a quien el maestro le propuso una gira de conciertos a dúo que nunca se celebró «porque socialmente no estaba bien visto».[1] En Alcoy, Tárrega tuvo discípulos brillantes como Rafael Pérez, Vicente Moya o Vicente Gilabert. Juan Moya –hermano de Vicente– abrió academia en la ciudad con el cambio de siglo, y algunas mujeres probablemente debieron tomar lecciones, aunque ninguna trascendió al ámbito de lo público.
A principios del novecientos, Alcoy es un núcleo obrero, de relativa importancia, entregado a la modernidad; se había inaugurado el Viaducto de Canalejas, los alcoyanos se inician en el sport –el Foot-Ball Club Pardalot juega su primer partido en marzo de 1908– y tienen a su alcance diversiones y espectáculos. Entre las clases populares hay numerosas asociaciones y se habla de crear una Casa del Pueblo. El mosaico ideológico formado por librepensadores, anarquistas, republicanos, federalistas, espiritistas, esperantistas, etc., venía configurando el sustrato idóneo para que crezca un nuevo rol social para las mujeres.
Algunas músicos, niñas criadas en ese tiempo y generalmente iniciadas artísticamente por su familia, comenzarán una tímida feminización del panorama musical; aunque habrá que esperar bastantes años para que unas pocas –la valenciana Pepita Roca puede ser un ejemplo– alcanzasen reconocimiento. La mayoría, por contra, se quedaron por el camino; una de ellas, fue Adela Martí Candela (Alcoy, 1893 – Cornellá de Llobregat, 1981).
Alcoy, 1908
La Academia Santa Cecilia que dirige Rafael Casasempere Moltó y de la que también son profesores Rafael Valor y Gonzalo Barrachina, organiza unas audiciones de final de curso en el Teatro Calderón. El tres de julio, Heraldo de Alcoy en una larga crónica elogia a todos los alumnos –entre otros Paquita Aura, Rosalía Moltó, Adolfo Espí y Gonzalo Pareja– y respecto a Adela dice
Las Srtas. Laura Martínez, Adela Martí y Paquita López, ejecutaron, a mandolina y piano, una serenata y una elegía de Monti. Estas aventajadas alumnas fueron muy elogiadas por lo bien que ejecutaron aquellas composiciones.
Unos meses antes, en febrero, diecisiete sociedades alcoyanas de carácter obrero, en nombre «de la civilización y el progreso» solicitan al ayuntamiento «se sirva conceder los medios necesarios para fundar en en esta ciudad una ‘Casa del Pueblo’ en donde gratuitamente puedan reunirse las sociedades obreras». Entre las entidades solicitantes las hay relacionadas con oficios como papeleros, motoristas y fogoneros, selfactineros, borreros, aparejadores de paños o jornaleros agrícolas; y también figuran otras como el Centro espiritista La Paz, la Fraternidad Republicana o la Agrupación socialista de Alcoy. [Heraldo de Alcoy, 22-2-1908]
Precisamente, el círculo Fraternidad Republicana –el músico José Seva ocupaba la vicepresidencia y Juan Botella Asensi, la secretaría– organizará en marzo una velada musical en la que actuará el recientemente creado quinteto Oesile. Esta pequeña orquesta de pulso y púa –formada por el padre y hermano de Adela con José Martínez, Mauro Martínez y Modesto Visedo– se estaba dando a conocer con una serie de conciertos celebrados en distintas sociedades y seguirá con ellos hasta que los Martí marchen a Barcelona tras las muerte del padre en 1910.[2] Por supuesto, Adela no acompañará a su padre y hermano en ninguno de estos conciertos.
Barcelona, 1912
El Centro Barcelonés de Estudios Psicológicos celebra una fiesta literaria el 12 de mayo, en la cual
La parte musical corrió á cargo de las jóvenes Marina Pascual y Adela Martí, que ejecutaron varias piezas al piano y bandurria respectivamente, siendo obsequiadas con grandes ramos de flores. [La Evolución, 1-6-1912]
Al menos por los tres años siguientes, esta entidad espiritista, seguirá contando con la colaboración de Adela y Marina para fiestas similares. Al respecto y aunque desde la distancia pueda sorprender, hay que tener en cuenta que «el espiritismo catalán articula la realización de prácticas igualitaristas en cuyo seno afloran movimientos incipientes como el feminismo, el antimilitarismo y el asociacionismo cultural y cooperativista».[3]
En diciembre, el Conservatorio del Liceo organiza uno de sus habituales conciertos de alumnos, que celebra en su teatro práctico. Entre otros, dieron a conocer sus adelantos en el arte –los posteriormente célebres– Joaquín Zamacois, Graciano Tarragó o la soprano Mercedes Capsir. Adela interpretará a la bandurria acompañada al piano por su maestro Félix de Santos el ‘Nocturno’ de Beccuci. [La Vanguardia, 10-12-1912]
Alcoy, septiembre de 1915
Los hermanos Adela y Eliseo Martí Candela vuelven a casa, llevan cuatro años viviendo y trabajando en Barcelona. Los dos estudian en el Conservatorio del Liceo con Félix de Santos. Eliseo ha finalizado mandolina española con excelentes calificaciones, su maestro le ha dedicado una obra –Tres estudios brillantes, op.18– y es considerado su díscipulo predilecto, tiene ventiseis años. Algo más joven, Adela, le va a la zaga.
El 7 de septiembre, Heraldo de Alcoy informa de la llegada de Eliseo Martí y su «apreciable familia» a la ciudad que les vió nacer y sugiere:
Veríamos con mucho gusto que el nuevo profesor nos hiciera la gracia de permitirnos disfrutar de sus notables habilidades en aquel raro y delicado instrumento, proporcionándonos una audición o concierto en alguna sociedad o centro de esta localidad.
Las referencias que tenemos de su maestría y destreza para la mandolina española son tan decisivas que sabemos ha llegado a provocar la mayor admiración hasta de sus propios maestros, por lo que, seguramente, sería un acontecimiento para los amateurs y diletanti alcoyanos.
El Ateneo Alcoyano recoge el guante y, el viernes 17 de septiembre, celebra en sus salones el concierto que pedía la prensa. En el programa figuran obras de Félix de Santos –entre ellas, el estudio brillante nº2– y otros autores como Monasterio, Monti, Bachmann, Mendelsohn, Beethoven y Chopin. El pianista Antonio Pérez acompaña a Eliseo. En la prensa del dia siguiente, una crónica sin firma, escrita por alguien que parece estar al corriente de los instrumentos de púa, sentencia:
El fenomenal mandolinista alcoyano que a tan alta estima puso su habilidad anoche en el memorable concierto del Ateneo, convenció a todos sus oyentes de que no es la mandolina, aunque se tañe a púa, instrumento rondallero y vulgar […] Un encordado y trasteado científicos, y una bien estudiada digitación, como la creada por el Sr. Félix de Santos, han hecho de la mandolina un instrumento de concierto. [Heraldo de Alcoy, 18-9-1915]
El concierto, memorable para la historia de los instrumentos de plectro en Alcoy, depara una sorpresa, puesto que en el intermedio
A ruegos de varios concurrentes, la señorita Adela Martí, hermana del ejecutante, tocó, acompañada de éste al piano, con la mandolina italiana, la gallegada de ‘El señor Joaquín’ y el ‘Andante Lento’ de nuestro paisano Sr. Barrachina, siendo muy aplaudida.
Desde luego, muchos alcoyanos relacionados con la música conocían a Adela, puesto que había sido discípula de la Academia Santa Cecilia. Tampoco es, por tanto, de extrañar que tocase una pieza de Barrachina; pieza que, por cierto, ya había interpretado el quinteto Oesile en uno de sus primeros conciertos en 1908.
El cuatro de octubre, la Agrupación Artística La Infantil –embrión de la que con el tiempo sería celebrada orquesta de pulso y púa Armónica Alcoyana– ofrece su primera audición en una casa particular. Al año siguiente, en octubre de 1916, ofrecería un concierto en su sede del Ateneo Alcoyano,[4] la misma entidad, que había acogido el referido concierto de los hermanos Adela y Eliseo Martí.
Barcelona, 1919
Los hermanos Adela y Eliseo Martí forman parte del cuarteto de la Asociación Filarmónica de Mandolinistas, entidad referente del plectro español en la ciudad condal, que dirige su fundador Félix de Santos. Además, Eliseo ocupa el cargo de subdirector y es el colaborador inmediato del maestro. El concierto se celebra en la Sala Mozart, y en el programa, entre diversos autores figuran los alcoyanos Vicente Costa y José Espí.
Adela ha aprendido a tocar el laúd, su hermano le ha pedido que lo estudiase y eso bastó para que Adela se volcase en el estudio de este instrumento hasta el nivel que se requería. La razón era que tenía en la pianista Marina Pascual, buena amiga de la familia y ahora discípula de Eliseo en la mandolina, una segunda mandolinista; sin embargo necesitaba para completar el cuarteto otro instrumento de tesitura más grave: así Adela se convirtió en el laúd de la formación.
Años después, Beatriz de Santos, la hija del maestro, que sustituyó a Adela como laúd de la formación, le diría a su joven discípula Montserrat Martí, hija de Eliseo: «mai en la vida he sentit a ningú tocar el llaüt com la teva tieta Adela: toca el llaüt com els àngels!».
La Vanguardia del 24 de junio de 1924 ofrece la última noticia encontrada sobre Adela Martí; se refiere al concierto dado junto a su hermano Eliseo en el Círculo Regional Valenciano de Barcelona, el sábado anterior. En aquella velada, en vísperas de la Nit de sant Joan, Adela recogía un ramo de flores de los valencianos residentes en la ciudad condal y nada presagiaba el fin de su carrera artística. Tanto ella como su hermana menor, Paquita, entregarían los siguientes 20 años de su vida –miserias de guerra incluídas– a la exclusiva atención de su madre, Adelina Candela Monllor, quien a su delicada salud añadía un glaucoma que la dejaría ciega. El amor y la responsabilidad, ambos vividos en clave de su tiempo, llevaron a Adela a convertirse en lazarillo y ángel custudio de su madre, hasta el fallecimiento de esta en 1944.
Adela, al decir de los que la conocieron era una persona encantadora, de trato agradable y carácter amable, exigente con ella misma, «muy perfeccionista» añade su sobrina Montserrat. Permaneció soltera toda la vida, nunca volvió a dedicarse a la música ni siquiera habló de ello; cambió la púa por la aguja y trabajaba en su casa, cosiendo enaguas y delicadas prendas femeninas para una acreditada casa barcelonesa. Adela Martí Candela, nacida en un familia de músicos, tuvo como compañeros de estudios –tanto en Alcoy como en Barcelona– a artistas de personalidad relevante. Adela, el ángel del laúd, fue también un ángel para su familia, y de modo sencillo o humilde si se quiere, escribió unas líneas para la historia de la música de plectro, que es de justicia recordar.
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[1] HERRERA, Francisco y otros (2004): Enciclopedia de la guitarra, p. 1666
[2] FERRANDO MORALES, Jaume-Jordi (2014): «Kapriculino: mazurka para un profesor de esperanto» en Tipografía La Moderna.
[3] HORTA, Gerard (2004): «Espiritismo y lucha social en Cataluña a finales del siglo XIX» en Historia, antropología y fuentes orales, Nº 31, p. 30.
[4] VALOR CALATAYUD, Ernesto (1990): De «La Infantil» a la Armónica Alcoyana, p. 28.
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