De joven, influenciada por su padre, ya mostraría interés por la arqueología, el arte y la historia. Se licenció en 1948 en Ciencias Históricas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia, pasando a continuación a ocupar una plaza de Profesora Ayudante de Arqueología en dicha Universidad. De 1949 a 1955 ocupó la Ayudantía de Historia del Arte Medieval, a la par que colabora con el Museo de Bellas Artes de San Carlos de Valencia elaborando fichas de catalogación.
En 1955 se traslada a Madrid con una beca del CSIC para el Instituto «Velázquez» de Arte y Arqueología consiguiendo una plaza de Profesora Ayudante del Seminario de Prehistoria y Etnología en la Universidad de Madrid (hoy UCM). En los años 1957 y 1958 amplía sus estudios en Roma y Florencia y se diploma en Arqueología Paleocristiana y Bizantina por la Universidad de Bolonia.
En 1958 Recibe el nombramiento de Profesora Adjunta de Prehistoria y Etnología en la Universidad Complutense de Madrid, y en 1959 aprueba las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, con el número uno de su promoción. Toma posesión de su cargo de Directora del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba. En esta ciudad instaló el Museo Arqueológico en su nueva sede del Palacio de los Páez, museo al que dedicó el resto de su carrera y que inauguraría en 1961. Diseña un recorrido expositivo y una museografía con marcado carácter didáctico para la época, y con un diseño avanzado y a la vez respetuoso con la índole histórica del edificio, que se inaugura en 1961. En 1962 logra la declaración de Monumento Histórico Artístico de las colecciones y del edificio.
En 1972 es nombrada directora de las excavaciones en Madinat al-Zahra y gestiona la compra de la totalidad de los terrenos de este yacimiento. La difusión de esa investigación constituyó uno de sus intereses especiales, pues siempre entendió que la investigación y la difusión eran funciones básicas de un museo. Por ello, edita la revista científica, ‘Corduba Archaeologica’ (junto a Alejandro Marcos Pous, su compañero de vida y de museo).
Pero su defensa no se limitó al patrimonio arqueológico; como Consejera Provincial de Bellas Artes y Presidenta de la Comisión de Protección del Patrimonio Histórico-Artístico de Córdoba entre 1969 y 1972 se dedica a la protección decidida de monumentos y edificios de valor patrimonial. En esta labor, se enfrentó a los poderes reales de su tiempo, una época donde realizar cualquier actividad profesional era difícil para una mujer, más aun contrarrestando intereses urbanísticos y económicos de ese período. Con su visión de futuro, comenzó a plantear el necesario crecimiento en cuanto a espacios, de la institución, gestionando la adquisición de todas las casas colindantes donde hoy se levanta el edificio de ampliación. Y, junto a Alejandro Marcos, realiza la excavación del patio norte de cara a la puesta en valor de esa parte del yacimiento arqueológico del museo. Excavó e investigó en muchos yacimientos de la provincia y en más de cien solares urbanos, siendo nombrada en 1980 Inspectora Provincial de Yacimientos Arqueológicos.
Además, participó activamente como Académica numeraria de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Entre las distinciones que recibió se puede citar el nombramiento de Miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán (1969), de miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1970) y de la Academia de Santa Isabel de Hungría de Sevilla (1976). Recibió en 1969 la Medalla al Mérito Turístico y la Medalla de Oro al Mérito de la ciudad de Córdoba y en 1972 se la concede la Medalla de Plata al Mérito en las Bellas Artes.
En 1989 se trasladó a Madrid, para ser Vicepresidenta de la Asociación de Protectores y Amigos del Museo Arqueológico Nacional; pasando en 1999 a Vocal Adjunta de la Junta Directiva, hasta su fallecimiento en 2010. Hoy su recuerdo permanece inalterable por el gran legado que dejó en Córdoba, histórica ciudad que le dedicó una calle.
Guadalupe López Monteagudo, académica de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Ciencias, dijo de ella: ‘Fue una pionera y una mujer vitalista, enérgica, resolutiva, en una época en la que la mujer no tenía la consideración debida, ella consiguió el reconocimiento a su labor convirtiéndose en una institución; Ana Mary era -la señorita arqueológica-. Por ello recibió numerosos honores y nombramientos que sería prolijo enumerar’.
Bibliografía:
Junta de Andalucía / Patrimonio Femenino
Archivo Español de Arqueología
Fotografías:
Con Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, en la nueva sede del Museo Arqueológico de Córdoba (1962)
Reconstrucción de una Portada Islámica
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