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La ciudad de los monumentos
Javier Llopis - 14/10/2019

Los hay hermosos, los hay feos, los hay incomprensibles, los hay perfectamente integrados con el entorno y los hay que no pegan ni con cola. Alcoy es una ciudad de monumentos. No existe ni una rotonda, ni un jardín, ni una placita que no tenga su correspondiente escultura en recuerdo de alguien o de algo. Paco Grau, cámara en mano, recorre esta exposición urbana en la que el espectador puede disfrutar, sorprenderse y en algunos casos hasta horrorizarse.

Contemplar los conjuntos escultóricos que llenan las calles de Alcoy es como darse un paseo por la historia de la ciudad. Cada ayuntamiento ha dejado su sello y cada época ha dejado su estética. La superposición de estilos y de formas de ver el arte y la vida acaba formando un collage anárquico y exhaustivo. En esta galería urbana no hay criterios, ni ningún tipo de rigor artístico. Aquí, vale todo; aquí, hay espacio para todo: para la sencillez franciscana, para la grandilocuencia más disparatada, para lo figurativo, para el arte visual más contemporáneo, para los bustos de toda la vida y para los monolitos con placa en todas sus formas y versiones.

Piedra, metal, cerámica, hierro forjado, mármol…Todos los materiales valen para esté recorrido sorprendente por todas las caras de la expresión artística. También son variadas las motivaciones: homenajes a vecinos ilustres o a instituciones destacadas, conmemoraciones de efemérides o simples caprichos estéticos que sirven para redondear un determinado espacio urbano. Desde la reproducción de la cúpula del Molinar, que nos saluda al llegar, hasta el olvidado busto de Don Miguel de Cervantes, hay una sucesión de impactos visuales repartidos por toda la ciudad. Los más viejos del lugar recuerdan las motivaciones que justificaron la colocación de algunas de estas piezas, los más jóvenes las contemplan sorprendidos cómo si algunas de ellas se hubieran caído del cielo como inexplicables meteoritos.

El paso del tiempo ha tratado de forma desigual a este legado. Algunas hermosos conjuntos escultóricos han quedado minusvalorados para siempre por una desafortunada batería de contenedores de basura, otros se han perdido en medio de la vegetación de un parque, en otras zonas hasta tres bustos distintos se hacen la competencia y los más afortunados han mantenido todo su esplendor.

Cada alcoyano tiene su monumento favorito, cada alcoyano tiene su estatua más odiada. Para gustos, colores. Lo que a unos les parece maravilloso a otros les parece un horror. Pasan los años y se van añadiendo nuevos nombres a este catálogo interminable. Por suerte o por desgracia, cada administración quiere dejar su impronta en el paisaje de la ciudad.Por suerte o por desgracia, los habitantes de esta ciudad tenemos que vivir cada día de nuestra existencia acompañados por este desordenado muestrario de piezas artísticas.

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