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Los músicos: protagonistas anónimos de la fiesta
Javier Llopis - 28/04/2015

Sin ellos, todo este invento se vendría abajo como un castillo de naipes. Sin su presencia anónima e incansable, este espectáculo de multitudes se convertiría en un manicomio sin ningún sentido. Son los músicos, los responsables de la banda sonora de las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy, que con el paso del tiempo se han convertido en un elemento central a la hora de explicar el éxito de esta celebración centenaria.

Las fotografías de Paco Grau nos cuentan la historia de este colectivo durante los tres días de la última Trilogía y se convierten en un homenaje a unas gentes venidas de todos los rincones del país, cuyo trabajo hace posible que miles de alcoyanos disfrutemos de unos días de continua diversión.

Dicen los especialistas en Antropología, que los valencianos nos diferenciamos del resto del género humano por nuestra pasión por la música de calle. Aseguran que los habitantes de este rincón del Mediterráneo somos incapaces de disfrutar de una celebración si ésta no cuenta con su inevitable acompañamiento de pasodobles o de marchas festeras, interpretado con su correspondiente estruendo de instrumentos de viento y de contundente percusión. Se dice, que cuando vemos una banda desfilando por la vía pública, sentimos una incontrolable pulsión, que nos obliga a seguirla con una sonrisa de satisfacción en los labios. Los alcoyanos no hemos podido sustraernos de esta dolencia y en nuestra Fiesta -el momento cumbre del calendario sentimental de esta ciudad- la música ocupa un puesto de honor.

La música es un espectáculo en sí misma. Vale la pena hacer un ejercicio de sociología de campo y dedicar parte de los tres días de Fiestas a la observación de estos actores secundarios de esta gran celebración callejera. Los espectadores de más edad comprobarán de inmediato que el mundo de las bandas ha sufrido un impresionante cambio en los últimos años. Hemos pasado de aquellos señores mayores coloradotes con un indisimulable aire rural a una legión de jóvenes capaces de combinar un maratón de callejero de “charangaes” con un impresionante curriculum de estudios musicales, que puede incluir varios masters en destacadas universidades internacionales. El personaje del músico hace mucho tiempo que ha abandonado los territorios de la picaresca de “les panxes buides” para entrar en una profesionalización, que ha contribuido a elevar el nivel de las interpretaciones, contribuyendo así al engrandecimiento general de la Fiesta.

Alcoy inicia sus fiestas más queridas dedicándoles un homenaje a los músicos. Cada 21 de abril, ellos son los encargados de levantar el telón festero en una gran ceremonia de reconocimiento, que se desarrolla en una plaza de España abarrotada por miles de espectadores. A lo largo de décadas, este equilibrio de respeto mutuo se ha mantenido como uno de los aspectos destacados de la organización interna de los festejos. Las relaciones de una filà con su banda van mucho más allá del mero contrato por los servicios prestados y se gestionan en una clave de complicidad interna, que en otros puntos de la geografía festera resulta inconcebible.

En estos tiempos de gigantismo, en los que las Fiestas de Alcoy se han convertido en un complejo entramado organizativo que mueve a miles de personas, la presencia de los músicos se ha convertido en un punto de conexión con los orígenes, en un recuerdo permanente de que la verdadera esencia festera está compuesta por dos elementos básicos e inseparables: el espectáculo visual que ofrecen los festeros con sus escuadras y sus boatos y el fondo sonoro que nos proporciona esta incansable legión de personajes anónimos.

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