No escapa al ojo del perspicaz visitante que las fiestas de moros y cristianos de Alcoy son un espectáculo de una veracidad histórica sin paragón dejando de lado, claro, detalles sin importancia como los puros, las gafas de sol, los bandoleros andaluces y el amachambramiento de judíos con el bando moro. Paréntesis. Amachambramiento que, por cierto, si llega a oídos del Mosad, nos puede causar un serio disgusto, ya que como todo el mundo sabe este servicio secreto las gasta mucho peor que el Estado Islámico. Fin del paréntesis.

No es de extrañar que causara sorpresa y admiración el hecho de que, por este ojo de la aguja de rigor documental que son las entradas, se colará como Pedro por su casa un camello (o dromedario) adulto cargado con una saca de arpillera de tamaño considerable en la que se podía leer perfectamente en letras mayúsculas desde la altura de un segundo piso CAFÉ DO BRASIL.

Lo lógico, pues, era preguntarse: ¿Qué pinta un saco de café torrefacto originario de Brasil en el séquito de un alférez moro que supuestamente está efectuando su entrada triunfal en la villa de Alcoi? Y ya puestos ¿por qué en lugar de Café do Brasil no escogió una variada selección de cafés Nespresso (Kazaar, Dharkan y Ristretto) de sabor intenso y puro ya que además si compras la máquina Inissia Pacific Blue te dan 100 cápsulas de regalo?

¿Cómo es posible que un caudillo árabe gozara del preciado estimulante en Abril de 1246 cuando las costas de Brasil no fueron alcanzadas por Portugal hasta el mes de Abril, sí, pero del año 1500? Y que además cuando fueron alcanzadas, según don Pedro Alvares, descubridor de las mismas, estaban pobladas de guaranís, tupiniquines i tupinambás que se encontraban en la Edad de Piedra, sin posibilidad alguna de manufacturar granos de café, empaquetarlos en sacos y fletarlos al viejo continente. Por no hablar de imprimir con letras de imprenta CAFÉ DO BRASIL, cuando este ingenio mecánico lo acaba de inventar, como quien dice, Johannes Gutenberg

Pero la pregunta realmente interesante es: ¿Qué necesidad tenía el alférez moro de hacer este complejo viaje al futuro para importar café brasileño si, como todo el mundo sabe, el café es un invento árabe originario de la vecina Abisinia (vecina para el alférez musulmán) que, para más inri, no se cultivó en Brasil hasta cinco siglos más tarde, en 1727 cuando unos europeos introdujeron en el territorio unas plantas sustraídas de la Guayana Francesa?

¿Para qué este complejo periplo geográfico cuando la fuente se encontraba, como quien dice a un paso del harén? ¿Qué nos quiso decir el alférez? ¿Abundaba acaso el en esa teoría avalada por algunos investigadores que suponen que ciertos petroglifos de América del Sur en lugares com Nazca, Perú, Brasil, Paraguay o Tucumán pudieran ser escrituras rúnicas de lo cual se presupondría un contacto entre escandinavos y nativos antes de 1492 y, con ello, la posibilidad de que los árabes importaran café vía Noruega? ¿Era, simplemente, un guiño en tono de broma a la materia primera de ese producto tan genuinamente alcoyano que es el café licor de feta?

¿O tal vez el segundo de a bordo musulmán quiso manifestar públicamente aunque de manera sicalíptica su descontento por el hecho de que el café en general, y el café turco en particular, sea considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO mientras que los Moros y Cristianos de momento no? No, dicho sea de paso, porque a la Generalitat Valenciana se le paso realizar la solicitud formal a su debido tiempo.

O fue alguna de esas cosas o fue un despiste del tamaño de un autobús londinense de dos pisos, ya que de otra manera no se entiende qué pintaba una saca de CAFÉ DO BRASIL en la entrada. Aunque mucho me temo que nunca conoceremos la respuesta ya que todo el mundo sabe tanto los caminos de la Fiesta como los del señor son inescrutables. !Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Romanos 11:33