El lunes fue la Gran Siembra Mundial de Libros, y toda ufana sembré dos ejemplares: el Brujuleando y Todo lo que Muere de John Connolly. Hay que conocerse a una misma y yo no puedo evitar participar en estas convocatorias, ya que una de mis pasiones es la lectura, y la otra compartir lo que leo.

La lectura es un hábito individual y solitario, pero a la vez, tiene ese sunsun de compartir que se manifiesta de diferentes formas: desde el préstamo del libro, a las crónicas/críticas literarias, recomendaciones colegueras y por último, el Sopar del Llibre.

Y lo pongo mayúsculado porque es una de las opciones que más me gusta y por varias razones: en primer lugar el encuentro de amigos de forma distendida y relajada para hablar de literatura, en segundo lugar la gastronómica, ya que todos aportamos nuestros pequeños tesoros culinarios y por último, la participación. Ya que todos de forma rotatoria recomendamos un libro que nos ha gustado mucho. Es decir que tarde o temprano leemos los libros fetiches de nuestros amigos. Y esa es otra forma de amistad mucho más cercana. Y la manera de leer cosas, que seguramente, por propia iniciativa nunca leeríamos.

En el último Sopar me tocó a mí y recomendé Todo lo que muere de John Connolly de Tusquets Editores. Soy una gran apasionada de la novela policiaca clásica desde Raymond Chandler a Agatha Christie, pasando por Fred Vargas. Es decir, me va mucho el género, pero ante todo soy muy ecléctica. Cuento esto porque este autor no está muy bien visto por los radicales del género negro, pero para gustos, colores.

Encontré por primera vez a Connolly en la biblioteca de Alicante y me quedé enganchada a él desde el primer libro. Connolly nos cuenta a través de sus libros la historia de Charlie “Bird” Parker, un exdetective de policía reconvertido en un detective privado muy sui géneris. Es un personaje de carácter fuerte, rodeado de amigos imprevisibles e improbables que se desenvuelven con soltura en historias de violencia y maldad.

Atendiendo a este último párrafo, todo el mundo se dirá: “pues como todas las historias de detectives…” Realmente su primera novela parte de una base clásica y muy explotada: asesinato de su familia y consiguiente venganza. Pero lo interesante de este autor es como juega con lo sobrenatural y la teoría de los Ángeles Caídos. Hace una reflexión sobre la falta de humanidad del psicópata, y la justifica como producto de una raza diferente a la humana….No es tan simple el argumento, ni mucho menos, pero, si es una nueva visión de este género. Aderezado todo con una inmersión en culturas diferentes, desde Maine a New Orleans. Un pasenyvean de la América Profunda, esa que no sale nunca en las películas de Hollywood.

El protagonista, además, gusta de la literatura, es un gran lector y comparte esa afición con el resto de personajes de peso que aparecen en su saga. Son libros que tratan lo cotidiano, el entorno político y la intriga policial. A pesar de su aparente contenido “sobrenatural”, son libros serios que muchas veces tiran de la denuncia social, y siempre, siempre, muestran un retrato casi existencialista de determinada parte de la sociedad americana.

Connolly crea personajes de gran profundidad psicológica que mezcla hábilmente con tramas muy complejas, documentadas y creíbles. Es una literatura de alta calidad sin el peso de la complejidad añadida por estética o por peso (más páginas, más “haute” literatura”)
Y eso es importante, porque agiliza la lectura y no se convierte en el pedazo ladrillo que vive eternamente en la mesita de noche y sólo sirve para pisapañuelos de papel. Bueno, y para poder ejercer esa postura tan difícil que es la de “Levantador de Nariz Cultural”
Quedan ya sólo unas semanas para el próximo Sopar, y estoy contenta e incluso emocionada. He tanteado a los amigos, y parece que ha gustado. Y eso me satisface mucho, y me pone la sonrisa en la boca. Pero también tengo muchas ganas de ver que libro me recomiendan.
Es la anticipación del regalo.
Así que, si tienen oportunidad, por favor, lean a este autor. Y luego me cuentan.

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