Ha llegado la astenia primaveral a Alcoy, y con ella la vecina sociópata, el burrócrata de turno y Juan Perro
Ha llegado la astenia primaveral, y a pesar del magnesio, voy por la vida atacá de los nervios y con ganas de matar. Y no es la regla.
Todo el mundo anda alterado, pero yo suelo pasar de puntillas entre los estados alterados y refugiarme en mundos alternativos mucho más amables. Sólo que esta vez, este último mes, con tanto trabajo pendiente, atrasado y futuro, ando yo también psicópata de la muerte y del morí y con la suspicacia elevada al cubo.
Y tanto es así, que he llegado a un punto en que prefiero al psicópata de mi libro, que hace sangre de mentira, que a la sociópata de la vecina que me registra el buzón dejándose las joyas dentro, debido a unos deditos porcinos y atascadores. Que cuando me encontré el anillako de oro dentro de mi buzón, aluciné peladillas de Alcoy. ¿Cómo sabía el cartero antipático que tira las cartas bajo la puerta y no las mete en el buzón, haya o no haya gente en el edificio, pues eso, como sabía el cartero que me hacía falta un anillako-sello de oro macizo para irme al Monte de Piedad?
Pues no lo sabía, es que tengo una vecina sociópata y metomentodo que me roba el correo. Y en una de esas se le cayó el anillo de las narices dentro de mi buzón. Y no sólo eso, cuando lo guardé en casa esperando una disculpa, me gritó por la escalera que era una ladrona y que le devolviera lo que era suyo.
Porque mi santo, emulando a Elvira Lindo, no me dejó practicar el tiro de largo alcance al ojo de la vecina sociópata. Porque yo recuerdo que era buena con los dardos. Imagínate con un anillako de un kilo de peso.
Tanto es así, que cuando me encuentro al burrócratra ineficiente del ayuntamiento, ese que sale en las novelas de Cervantes. Ese que te hace enviarle los datos mil y una veces, porque le falta un sello, una coma, un suspiro o lágrimas de sangre. Ese administrativo que se ha ganado su plaza y ni dios lo moverá de ella y se agarra a sus normas y dice por ahí no pasaran. Ese que sabe que su incompetencia jamás volverá a ser examinada y maltrata a todo el mundo con su ineficacia y su mala baba. Pues eso, que cuando me encuentro a Ese con plaza fija, me dan ganas de aplicar todo lo que he aprendido en años de adictismo a la novela negra, en especial las torturas que idea John Connolly en sus libros.
Y andando con esos ánimos fui al concierto de Juan Perro. Hay que reconocer que esperaba lo peor: peor asiento, peor y más alto cardado delante mío, una columna o una esquina que me tapara el escenario (todo eso me ha pasado antes). Pero no, genial el asiento, genial las vistas, genial el concierto de Juan Perro (eso ya lo sabía porque soy muy fanfriki de este hombre/dios)
Uno de los mejores directos que hay hoy en día en España, Juan Perro me arrulló con su voz y sus historias hasta que sentí que mis niveles de agresividad descendían y me encontré cantando No Más Lágrimas y Perro Flaco.
Sé que hoy todo volverá a ser lo mismo, y tendré que volver a enfrentarme/sufrir/padecer a la quinta columna de incompetentes que copan sitios oficiales por oposición, a vecinas que deshonran su nombre o la multitud de tareas pendientes/atrasadas y futuras que esperan en mi lista interminable.
Pero ya no es lo mismo, Juan Perro se ha tragado mi Astenia y me ha devuelto la Paciencia.
¿Os he dicho lo buenísimo que es este hombre?
Juan Perro: No más Lágrimas
Pues mira por dónde, ese concierto lo han programado, contratado, puesto a precio asequible y promocionado funcionarios «incompetentes». Sin menoscabo del personal del Calderón, claro, más que eficaz en su labor y que trabaja para una empresa también contratada desde la Administración Pública con criterios de eficacia, eficiencia y capacidad, como se pide en las oposiciones para funcionario «incompetente».