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Punto de vista
25 años antes de Rubiales
Comparación incómoda entre el justificado castigo recibido por el presidente de RFEF y la impunidad con la que se actuó hace dos décadas contra las defensoras de la integración femenina en la Fiesta de Alcoy
Javier Llopis - 27/09/2023
25 años antes de Rubiales
FOTO: PACO GRAU

25 años antes de Rubiales (siglas A.R. a partir de ahora), a la primera mujer que se atrevió a vestirse de festera en Alcoy la insultaban por la calle y no pasaba nada. 25 años A.R., las niñas de las filaes eran expulsadas cuando cruzaban la barrera de la pubertad y no pasaba nada. 25 años A.R., los directivos de la Asociación de San Jorge montaban un vergonzante simulacro de asamblea para machacar el derecho de una mujer a salir en la escuadra de la Entrada de su filà y no pasaba nada. 25 años A.R., ilustres opinadores locales de prensa y radio dedicaban todo tipo de insultos brutales y de descalificaciones públicas a las mujeres que reivindicaban la plena integración femenina y no pasaba nada. 25 años A.R., partidos de todo el arco parlamentario escurrían el bulto para que la gran polémica de la Fiesta no les quitara votos y no pasaba nada. 25 años A.R., la dirección popular de la Televisión Autonómica Valenciana masacró sin piedad un proyecto de documental en el que se exponía en toda su crudeza la existencia de un gravísimo problema de discriminación en la Fiesta de Alcoy y no pasaba nada. 25 años A.R., los espacios de participación de las radios y las cartas al director de los periódicos eran un río consentido de odio violento y de machismo rancio contra Fonèvol y no pasaba nada. 25 años A.R., todavía existía un buen número de festeros convencidos de que la mujer alcoyana estaba encantada de que un tipo baboso le manoseara las tetas para ponerle una “agulleta” y no pasaba nada. 25 años A.R., sesudos historiadores defendían con “inapelables argumentos científicos” que las mujeres no podían desfilar por que se recreaba una batalla en la que sólo participaron guerreros del género masculino y no pasaba nada. 25 años A.R., las chicas de los boatos construían los momentos más espectaculares de los desfiles sin tener ni el más mínimo derecho y no pasaba nada. 25 años A.R., altísimos dirigentes del Casal de Sant Jordi no dudaban en calificar de enemigos de Alcoy de la Fiesta a los partidarios de que se cumpliera la Constitución y no pasaba nada. 25 años A.R., había miles de mujeres alcoyanas que asumían con normalidad que su único papel festero era aplaudir al paso de sus maridos o de sus hijos y no pasaba nada.

Esta interminable letanía de vergüenzas parte del estupor generado por una comparación inevitable. Si pensamos en la que le ha caído encima al presidente de la RFEF, Luis Rubiales, por su vergonzosa exhibición de machismo cutre y en el merecido castigo público que ha recibido el personaje, vale la pena hacer un esfuerzo de memoria y recordar la impunidad con la que amplios sectores de la sociedad alcoyana actuaron contra aquellas mujeres que reclamaban la igualdad en las fiestas de su pueblo. En aquellos conflictivos días de finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI en Alcoy se dijeron y se hicieron cosas, que hoy habrían salido en los telediarios de toda España y que habrían merecido justas condenas judiciales y sonoros escarnios públicos. Ni que decir tiene, que si el casposo Rubiales hubiera efectuado su exhibición de chulería de machito en aquellos lejanos tiempos de barra libre, no le habría pasado absolutamente nada y seguiría reinando en el fútbol español con ese desparpajo especial que han tenido siempre los caraduras.

La conclusión es rotunda e inapelable: por lo que respecta al papel de la mujer, esta sociedad ha hecho avances muy importantes y aunque todavía hay millones de cuestiones pendientes, todo parece indicar que estamos caminando (aunque sea a trompicones) en la dirección moralmente correcta. El Casal de Sant Jordi anuncia las escuadras mixtas y abre los cargos festeros a la mujer, acabando así con el último dogma de fe del integrismo y dando un paso que hace sólo 25 años habría provocado un cataclismo letal en la gran familia festera. Rubiales, por su parte, está dónde debería estar: en la puñetera calle, desprovisto de cualquier cargo institucional y compareciendo ante los juzgados para explicar por qué se comportó como un mandril en celo ante millones de espectadores de todo el mundo.

Por ponerle un punto y final a esta diatriba, habría que referirse a una verdad evidente: no habría sido posible llegar hasta aquí, sin la lucha continuada de millones de mujeres, cuyo esfuerzo ha logrado que entren en la normalidad cosas que hace 25 años nos resultaban inconcebibles. En medio de esta marea general, los alcoyanos hemos tenido el privilegio y el orgullo de ver a las gentes de Fonèvol aportar su personal grano de arena a esta gran batalla planetaria. Puede que sea una aportación modesta en un mundo que todavía asesina a mujeres por no llevar velo, pero como decía el clásico “tota pedreta fa marge”.

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