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Punto de vista
Tres torpes muy torpes
Historia de un trío de "lumbreras" que ha dejado un paisaje de destrucción digno de una catástrofe bíblica.
Javier Llopis - 13/06/2018
Tres torpes muy torpes

13 de junio de 2018: una jornada frenética de esas que son imposibles de resumir en un solo titular. De una sola tacada y en muy pocas horas, Lopetegui ha sido cesado como seleccionador nacional, a Urdangarín lo han mandado a la cárcel y Màxim Huerta se ha convertido en el ministro más breve de la Historia reciente de España. Los tres personajes han sido víctimas de una combinación letal: por un lado, las ansias de lograr honores o pasta por la vía rápida y por el otro, su excepcional torpeza. Este trío de “lumbreras” unidos por la casualidad temporal ha dejado un paisaje de destrucción digno de una gran catástrofe bíblica.

1-El torpe listillo

En la cima del universo futbolero. Así se veía Julen Lopetegui antes de cagarla estrepitosamente. Seleccionador nacional y entrenador del Real Madrid, no se puede pedir más. Tras descubrirse la jugada “fosca”, el presidente de la Federación se ve obligado a cesarlo de forma fulminante para no quedar ante el mundo como un perfecto “collonera”. El artista del banquillo deja tras de sí una selección nacional devastada, que a 24 horas del inicio del Mundial promete ser una fuente de lío permanente. De paso, llega al banquillo merengue con un aura de personaje polémico, que le asegura un pronto despido en el caso de que el club de Florentino sufra tres derrotas seguidas en la próxima Liga. El que mucho abarca poco aprieta y el paladín futbolístico de la españolidad, el Real Madrid, no tiene ni el más mínimo inconveniente en reventar las expectativas del mismísimo equipo nacional. ¿Se imaginan la que se montaría si esta pirula la hubiera provocado el Barça?

2-El torpe mayestático

Para chulo mi pirulo. Iñaki Urdangarin, cuñado de Rey y yerno de Rey emérito. Es el tipo que hizo una fortuna aplicando aquella vieja frase de un anuncio televisivo de cosméticos que decía “porque yo lo valgo”. Estaba convencido de que a su paso debían fluir los millones y andaba por el mundo pensando que al marido de una infanta no se le podía negar nada. Ni en sus peores pesadillas se le aparecía la posibilidad de entrar en la cárcel. Tras embolsarse una importante cantidad de dinero, asistió a su calvario judicial con la misma cara de desprecio mayestático con la que entrará en breve en el trullo. Su balance de daños es espectacular: sus tropelías provocaron la abdicación de un Rey y han dejado seriamente tocado el prestigio de la institución monárquica, ya que el personal no acaba  de creerse que esta vieja gloria del balonmano tenga las luces suficientes como para montar el tinglado que ha montado.

3.El torpe ingenuo

¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?. Frase de Pedro Sánchez dedicada a Màxim Huerta tras enterarse por la prensa de que el ministro de Cultura había perdido un pleito por defraudar a Hacienda. Hay que ser muy ingenuo para creer que en estos tiempos de ira desatada uno puede ejercer de ministro de Cultura sin que le hurguen hasta en el último rincón de la biografía. Hay que estar muy verde en política para escandalizarse por los furibundos ataques que ha sufrido por parte de otros partidos. Vivimos días duros y aquí, todos disparan contra todo lo que se mueve sin el más mínimo asomo de piedad. El olvido del ex colaborador de Ana Rosa Quintana ha supuesto la primera bajona importante en la espiral de euforia que viene envolviendo al gobierno de Pedro Sánchez. Aunque la dimisión de Màxim Huerta se esté vendiendo como un ejemplo de honestidad y de rigor, no deja de ser un borrón incómodo en el expediente de un gobierno que ha convertido la imagen pública de sus ministros en su principal argumento para el éxito político. La tranquilidad del nuevo gabinete socialista se merecía durar algo más que seis días. Nota periodística: ver quejándose de la persecución de la jauría a un hombre que ha trabajado en la trituradora matinal de carne de Tele 5 es una situación por lo menos chocante.

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