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Punto de vista
Aquí no ha pasado nada
En medio de este ambiente de celebración, hay una única cosa que no nos podemos permitir: dejarnos llevar por la tentación del olvido
Javier Llopis - 04/10/2021
Aquí no ha pasado nada

Tenemos todo el derecho del mundo a dejarnos llevar por la euforia; a echarnos a las calles a festejar los últimos coletazos de una pandemia brutal, que se ha convertido por derecho propio en uno de los peores momentos de nuestras vidas. Los políticos están absolutamente legitimados para subirse a esta oleada de positivismo y para llevarse todos los beneficios que puedan del ansiado regreso a la normalidad. En medio de este ambiente de celebración, hay una única cosa que no nos podemos permitir: sucumbir a la tentación del olvido y entonar un “aquí no ha pasado nada”, que supondría enterrar el recuerdo de miles de muertos, el fracaso letal de un modelo asistencial para la tercera edad, la llegada de la miseria para millones de ciudadanos o la extenuación de la infraestructura sanitaria pública. Aquí, desde aquel fatídico mes de marzo de 2020, han pasado muchas cosas y la mayor parte de ellas han sido muy malas. Correr un velo de desmemoria sobre ellas sería un hecho imperdonable del que cualquier sociedad se avergonzaría.

Alcoy está cogiendo carrerilla hacia la normalidad. Con su inevitable cuota de restricciones, el éxito de participación de la Semana Modernista nos augura un Mig Any en el que la gente y la Fiesta volverán a tomar la calle. En el futuro más cercano se dibuja la posibilidad de un ciclo navideño y de una Trilogía abrileña de Moros y Cristianos con todo su esplendor recuperado. El buen resultado de la ejemplar campaña de vacunación, la incontestable mejora de las estadísticas y la desaparición progresiva de las medidas de control hacen prever que a lo largo de 2022 esta ciudad se reencontrará con su calendario social y festivo, en una perspectiva optimista que sólo puede verse ensombrecida por alguna sorpresa de última hora en forma de repunte de la pandemia.

La recuperación de las celebraciones callejeras y de los grandes eventos sociales se ha convertido en un artículo de primera necesidad. Por razones económicas y de pura salud mental es necesario hacer con la mayor rapidez posible el camino de regreso a los tiempos anteriores a la pandemia. Alcoy es una ciudad muy especial, en la que el pulso colectivo late al ritmo que marcan los grandes hitos de su calendario. Durante casi dos años, miles de alcoyanos se han visto privados de ese armazón alrededor de la cual organizaban buena parte de sus vidas. Conscientes de esta difícil situación, las autoridades municipales han intensificado en los últimos meses sus esfuerzos para diseñar fórmulas en las que se pueda combinar la prudencia ante una pandemia que aún no ha acabado con la urgencia inaplazable de abrir cuanto antes la mano y dar rienda suelta al irreprimible deseo de fiesta que tiene los ciudadanos. Un intenso programa de negociaciones entre el Ayuntamiento la Conselleria de Sanidad ha hecho posibles los primeros avances.

Vivimos inmersos en un tornado de acción reacción. El miedo, la tristeza y la incertidumbre de los días duros de la pandemia se han transformado ahora en ganas de alegría y de celebración. Es un proceso lógico, que sin embargo puede dar lugar a una situación difícilmente justificable, que pasaría por aplicar el “borrón y cuenta nueva” y olvidarnos de los malos momentos sin sacar ninguna lección de ellos.

Empiezan a producirse los primeros síntomas de esta preocupante amnesia. El desastre del Hospital Civil de Oliver, en el que murieron de covid la mitad de los internos, ha desaparecido sospechosamente de las páginas de la actualidad. El agotamiento de la infraestructura sanitaria pública de Alcoy y de la comarca es denunciado por los profesionales del sector, sin que nadie haya puesto sobre la mesa un plan de inversiones y contrataciones para intentar recuperar la normalidad perdida durante los tiempos de alerta de la pandemia.

Las reglas básicas de la política moderna aconsejan a cualquier gobernante apartarse todo lo que pueda de cualquier asunto que tenga una carga negativa o problemática. Aquí, en Alcoy, empieza a manifestarse de forma preocupante esa estrategia: tenemos muchas fotos de representantes municipales reunidos con la consellera de Sanidad para fijar criterios de diferentes festejos, pero no hay ni una sola imagen de munícipes reunidos con Mónica Oltra para pedirle explicaciones por el drama de Oliver; tenemos crónicas detalladas en las que las autoridades sanitarias señalan hasta cómo ha de desfilar una escuadra, pero no tenemos ninguna propuesta solvente sobre cómo puede salir el Hospital Comarcal del atasco.

El deseo de archivar cuanto antes los días terribles del confinamiento y el ansia de recuperar la alegría y la libertad de la calle no pueden convertirse en coartadas para tapar episodios negros que han puesto en evidencia grandes fallos en nuestro sistema de servicios públicos. El olvido es un pecado mortal, que condenaría tanto a los políticos como a los ciudadanos de a pie.

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COMENTARIOS

  1. Boni says:

    Cuanta razón, cuanta razón desaprovechada desde el sofá de su casa.
    De su casa de la mía y de los miles de conformistas cotillas alcauetas y gandules en lo que nos hemos convertido.
    Estamos cabreados horrorizados ……eso si,desde el sofá de casa, incapaces de salir a la calle a protestar.
    Nos hemos combertido en un rebaño de borregos conformistas, nosotros los desaparecidos sindicatos y esos aguerridos políticos que el 15M quisieron comerse al mundo con sus reveindicaciones, y que una vez llegaron al poder, mejor a cobrar se quedaron en sus lujosas casas….
    BORREGOS

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