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Punto de vista
Autoridad moral
Los mismos sanitarios que pusieron en riesgo sus vidas para salvar a los enfermos de la covid se están manifestando a las puertas del hospital y de los centros de salud
Javier Llopis - 27/07/2021
Autoridad moral

Nada será igual tras la pandemia, siempre habrá un antes y un después del coronavirus. Son frases redondas y vacías de contenido a las que los políticos y los periodistas les tienen mucha afición. Este tipo de afirmaciones están demostrando su absoluta inutilidad en un sector especialmente sensible: el de la sanidad pública de Alcoy y la comarca. Hemos superado los peores momentos de una crisis sanitaria mundial (toquemos madera) y las cosas han vuelto al sitio de siempre: racanería institucional, quejas por falta de personal y de medios técnicos, listas de espera y profesionales en estado de indignación permanente.

Los únicos que realmente han cambiado tras la conmoción  de la covid han sido los sanitarios.  Mientras las autoridades toreaban desorientadas el empuje de una epidemia brutal, este colectivo profesional se convertía en un sólido muro de contención, que afrontó sin apenas medios y sin regatear esfuerzos una situación de una gravedad inédita.  Durante aquellos terribles meses en los que las estadísticas de muertos y de contagiados nos tenían el corazón en un puño y mientras los ministros y los consellers daban órdenes y contraórdenes, la sanidad pública era el único elemento que desprendía confianza. Las gentes de las batas blancas eran el único refugio para una ciudadanía perdida en medio de una tormenta de miedo y de incertidumbre.  Los aplausos en los balcones y los reconocimientos institucionales eran una recompensa lógica y justa para unas personas que hicieron honor a su condición de servidores públicos.

Esos mismos profesionales que pusieron en riesgo sus vidas para salvar a los enfermos de la covid son los que en las últimas semanas se están manifestando a las puertas del hospital y de los centros de salud para protestar contra la degradación de la infraestructura sanitaria de Alcoy  y de la comarca. Con sus concentraciones le están planteando a la Administración una verdad incontestable: la sanidad y sus funcionarios no pueden ser tratados como antes de la pandemia. El despliegue efectuado por este colectivo en los peores momentos de la crisis ha puesto sobre la mesa el valor estratégico de un servicio público para el que ya no valen las cicaterías económicas ni los apaños circunstanciales. Se han acabado las apelaciones al heroísmo y ha llegado el momento de que las instituciones públicas den la talla. Los sanitarios han dignificado su profesión y exigen una respuesta justa y proporcional por parte de los que tienen en sus manos la toma de decisiones.

Sería un error imperdonable convertir las movilizaciones de las batas blancas en un asunto interno con el que un grupo de trabajadores intenta mejorar su situación laboral. El significado de estas protestas va mucho más allá. Nos están diciendo que Alcoy sigue siendo una plaza sanitaria de segunda, que el Hospital Virgen de los Lirios acumula interminables listas de espera quirúrgicas, que la atención primaria está colapsada y que la falta de personal se ha convertido en un mal endémico.

Con la inmensa autoridad moral que les da su ejemplar comportamiento durante la pandemia, los sanitarios nos están mandando un mensaje claro de advertencia: la mejora de la sanidad pública de Alcoy y de la comarca debe tratarse como un asunto prioritario, con el mismo rango que se da a temas como la promoción económica, las comunicaciones o el urbanismo. Ayuntamientos, partidos políticos, sindicatos, empresarios, instituciones y sociedad en general deben poner la resolución de este problema en un lugar destacado de sus agendas. Ignorar esta llamada sería una irresponsabilidad suicida de la que al final, acabaríamos arrepintiéndonos todos.

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