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Punto de vista
Cagados de miedo
Confesión doliente sobre la preocupante tendencia al fracaso de los partidos a la izquierda del PSOE
Javier Llopis - 12/06/2024
Cagados de miedo
La dimisión de Yolanda Díaz ha sido el último capítulo de este drama

Permítannos presentarnos. Somos eso que se ha dado en llamar los partidos a la izquierda del PSOE. Se supone (y es mucho suponer) que recogemos las inquietudes políticas de unos cuantos millones de ciudadanos españoles, que rechazan abiertamente cualquier propuesta conservadora y que consideran que el Partido Socialista necesita desde siempre un contrapeso progresista que lo presione para evitar su tradicional tendencia al centrismo más modorro. Aunque llevamos décadas de fracaso en fracaso, tenemos un altísimo concepto de nosotros mismos y hemos llegado a la conclusión de que (por algún extraño designio divino) somos los únicos capaces de parar la locura de la ultraderecha y de paso, asegurar los últimos restos humeantes del Estado del Bienestar.

Tenemos muchos nombres: Podemos, Esquerra Unida, Izquierda Unida, Guanyar, Sumar, Compromis, los Verdes, Iniciativa y cualquier cosa que a usted se le ocurra y que le suene a unitario y progresista. Somos gente altamente combativa y la mejor prueba de ello es que llevamos años y años dándonos de ostias entre nosotros. Cualquier excusa es buena para masacrarnos: desde la elaboración de una lista electoral a la designación de un director general, pasando por el nombramiento como asesor de algún oscuro burócrata del aparato deseoso de ganarse unas perrillas. Compensamos nuestra indisimulable proximidad ideológica con una  patológica tendencia al odio fraternal y nos hemos especializado en descabezar líderes como la Guardia Pretoriana se especializó en su día en degollar emperadores romanos.

A falta de un pensamiento sólido para explicar los misterios de la nueva realidad política y social del siglo XXI, somos unos maestros en el arte de escandalizarnos  por las tropelías de la derecha, en echarle la culpa de nuestras derrotas al empedrado y en descalificar a un electorado que nos da la espalda, ya que se empeña en no caer rendido a los pies de nuestro brillantísimo mensaje. Desprovistos de la más mínima capacidad de autocrítica, somos incapaces de averiguar por qué millones de personas que viven de un sueldo de mierda votan a partidos como Vox o a chalados de la catadura de Alvise Pérez, que lo único que les aseguran es mucha más miseria para el futuro. Nos revolvemos indignados ante el evidente distanciamiento entre los jóvenes y las ideas de izquierdas, comprobando alarmados que a los actos de nuestra cuerda acude un público de personas que en su gran mayoría ya peinan canas y sin preguntarnos con sinceridad en ningún momento por qué nuestras propuestas resultan tan poco atractivas para cualquier ser humano que tenga menos de treinta años.

Convencidos de aquella estupidez que decía que “el buen paño en arca se vende”, nuestras tácticas propagandísticas se remontan a los tiempos del Kumbayá y de las batucadas, de las concentraciones de protesta, de las plataformas ciudadanas y de los discursos de dos horas. Mientras tanto, la fachosfera arrasa con un manejo magistral de todos los resortes que ofrecen las modernas tecnologías y bombardea por internet los cerebros de millones de electores con conceptos cortos y contundentes, ofreciendo un elixir mágico –soluciones simples para problemas complejos- que es recibido como agua de mayo por una ciudadanía aterrorizada por las dudas y los cambios .

En algún momento de nuestra historia política, llegamos a la conclusión de que éramos los únicos buenos de la película y a partir de ahí, todo fue de mal en peor. Pasan las citas electorales y sigue sin respuesta la gran pregunta: ¿Si siempre tenemos razón, si somos tan buenas personas; por qué demonios vamos de cagada en cagada?. Queríamos hacer la revolución y cambiar el mundo, pero nos hemos de conformar con actuar (eso en el mejor de los escenarios) de comparsa consentidora de las horas bajas de un PSOE, que nos pegará la patada en cuanto remonte un poco.

Somos los partidos de la izquierda del PSOE y estamos de bajona. El canguelo va apoderándose poco a poco de nosotros, al comprobar que llevamos años y años sin que se nos ocurra nada realmente novedoso y atractivo; al constatar que nos hemos acostumbrado a mirar la política pasar como el que ve pasar una película incomprensible. Nos creíamos que teníamos la exclusiva de la ética política  y que estábamos llamados a liderar la creación de una sociedad más justa y de repente,  la gente nos mira con la misma cara con la que miran una pieza arqueológica expuesta en un museo. Llevamos décadas rodando por la cuesta debajo de la Historia y entre nosotros no parece haber nadie capaz de parar esta carrera hace la irrelevancia. Somos los partidos de la izquierda del PSOE y estamos cagados de miedo.

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COMENTARIOS

  1. Paco says:

    Javi, no vendes bien tu género.

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