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Punto de vista
Cómo seguir de presidente siendo un perfecto incompetente
Decálogo mazonero para continuar aferrado a un cargo político, mientras medio mundo exige tu dimisión
Javier Llopis - 08/01/2025
Cómo seguir de presidente siendo un perfecto incompetente
Mazón visita las obras de un puente; en el fondo casi invisibles en la lejanía obligada un grupo de ciudadanos expresa su protesta

Por inverosímil que parezca, hemos empezado un nuevo año y Carlos Mazón sigue siendo presidente de la Generalitat Valenciana y nos amenaza (con serias posibilidades de éxito) con acabar la legislatura subido en el machito de jefe del gobierno autonómico. Si se mira el rastro de muerte, incompetencia y destrucción que ha dejado este nefasto político alicantino tras la dana de Valencia, se llega a la conclusión de que el personaje en cuestión tiene una capacidad de supervivencia que roza el milagro. Para explicar el secreto de su continuidad, ahí va un decálogo de mandamientos mazoneros con los que cualquier dirigente público puede superar hasta la peor de las crisis.

1-Revisión radical de los principios básicos de la política
En estos casos extraordinarios, hay que olvidarse del Estatuto de Autonomía, de la Constitución y de cualquier otra mandanga legalista. El éxito de un dirigente autonómico se basa en un principio fundamental: todo lo bueno que pasa en mi autonomía es gracias a mí y todo lo malo es culpa de Pedro Sánchez. Lo de las competencias de un gobierno autonómico es una milonga incómoda, sólo apta para políticos pusilánimes que no saben echarle huevos e imaginación al oficio. Si un presidente autonómico la caga, las competencias sobre el tema cagado (en este caso, emergencias) se traspasan automáticamente al gobierno central siempre que éste sea del signo contrario.

2-Relaciones con los medios de comunicación
En tiempos de conmoción, un buen presidente de la Generalitat debe presentar un poderoso relato alternativo con el fin de compensar las merecidas críticas que le irán cayendo desde los medios de comunicación. En los primeros momentos del drama, conviene huir de los micrófonos y de las cámaras como de la peste. Una vez se haya tranquilizado un poco la cosa, hay que echarle morro y no andar en plan tiquismiquis. Mienta descaradamente, invéntese informes falsos, niegue lo evidente y maree a los periodistas con doscientas versiones de la comida del Ventorro. En días como estos, un presidente de la Comunitat Valenciana debe olvidarse de que es un cargo público con responsabilidades para pasar a convertirse en un tertuliano que lanza opiniones sobre la catástrofe cómo si el asunto no fuera con él.

3-Gestualidad y actitud ante la vida
La política es un teatro e incluso en las peores ocasiones es necesaria una coreografía y una gestualidad especial. Vista ropa informal y trajes de faena (chalecos reflectantes, botazas y cosas así), es una buena forma de conseguir que la gente crea que realmente está haciendo algo para remediar la crisis. Suprima las sonrisas de su repertorio facial y preséntese ante la ciudadanía un gesto compungido y serio; estará lanzando a la calle tres mensajes claros: estoy sinceramente afectado por el drama que están viviendo mis conciudadanos, me pone muy triste que me acusen falsamente de ser el culpable principal y me voy a dejar la piel en arreglar esta hecatombe aunque no tenga ni puñetera idea de por dónde empezar. Para completar el cuadro conviene que se comporte de forma permanente como el conejo blanco de “Alicia en el país de las maravillas”. Es importante que entre y salga de todos los sitios corriendo y con mucha prisa gritando aquello de «¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Voy a llegar tarde!». La gente pensará que está usted muy ocupado y de paso podrá huir de grupos de vecinos airados con ganas de decirle cuatro cosas bien dichas.

4-Política de personal
Las leyes básicas de la política moderna señalan que cuando un país sufre un alud de chapuzas e incompetencias como el que ha sufrido Valencia con la dana, deben rodar cabezas de inmediato. Cualquier jefazo que se precie debe cesar a unos cuantos subordinados y ofrecerlos en sacrificio en el altar de la opinión pública. Las escabechinas de consellers y de directores generales son el equivalente político a soltar lastre cuando uno viaja en un globo aerostático. No hay que preocuparse de dilemas morales, ni de fidelidades personales; el principal objetivo de cortar cabezas es evitar que alguien acabe sumando dos y dos y decida cortarle la suya al presidente, que al fin y al cabo es el tipo que está en el vértice de la pirámide de mando.

5-Contactos con la ciudadanía
Para tipos que han hecho lo que ha hecho Carlos Mazón, el concepto ciudadanía es un sinónimo de un grupo de gente muy cabreada, que le va a decir de todo menos bonito y que le exigirá a gritos que conteste a preguntas que sólo tienen respuestas incómodas. Ante este panorama, conviene ampliar al máximo las distancias entre el gobernante y los gobernados (lo que antes se conocía como “poner tierra de por medio”). Hay que salir a la calle lo imprescindible y es aconsejable atrincherarse todo el tiempo que sea posible en la cálida seguridad del despacho. Sólo se puede acudir a actos perfectamente controlados, con un público de amigachos siempre dispuestos a aplaudir. Hay que reducir drásticamente la agenda y cualquier salida debe planificarse como una operación militar para evitar encuentros desagradables con un vecindario que lleva casi dos meses pidiendo su dimisión e incluso cosas peores.

6-Relaciones con los partidos de la oposición
Aunque nos encontremos ante la peor catástrofe de la historia moderna valenciana, rechace cualquier tentación de optar por el consenso y por la colaboración con los partidos de la oposición. En este perro mundo de redes sociales y tertulias televisivas, los pactos de Estado y la lealtad institucional son para los tontos del haba y no para los tíos espabilados como usted. La oposición es el enemigo y punto pelota. Esta banda de indeseables está ahí para que un presidente chapucero pueda echarles las culpas de cualquier cosa. Como se dice en el futbol, la mejor defensa es un buen ataque y repartir leña entre los contrincantes es una buena forma de conseguir que la gente se olvide (aunque sólo sea por unos segundos) de su gigantesca ineptitud.

7-Relaciones con los jefes de Madrid
Sea sincero consigo mismo y admita una verdad dolorosa: para los jefes de su partido en Madrid, usted ha dejado de ser un niño bonito y una gran esperanza para la política nacional que acabará sus días sentando el culo en la poltrona de ministro. Eso es historia, sus jefes de partido han empezado a mirarlo mal, han reducido al mínimo el número de palmaditas de ánimos sobre su espalda y bailarían una conga de felicidad en el caso de que tuviera un arranque de vergüenza torera y decidiera dimitir. Constatadas todas estas evidencias, usted no tiene otra alternativa que convencer a sus superiores de que su hipotética renuncia sería un caso típico de “es peor el remedio que la enfermedad”. Si logra que asuman estos planteamientos tiene para ir tirando por lo menos un par de años más, siempre que la cosa no se tuerza.

8-Explotar la Geografía
De Vinaroz a Pilar de la Horadada. Si uno se fija bien, la Comunitat Valenciana es más larga que un día sin pan y le ofrece miles de refugios a cualquier persona acojonada que esté en apuros. Dado que usted es un presidente acojonado y en apuros, aprovéchese de la Geografía y tire de mapa para evitar momentos de tensión y abucheos callejeros. Tiene la provincia de Alicante enterita para montar saraos y comparecencias públicas. La parte Norte de Castellón también parece un lugar tranquilo. Centenares de municipios, centenares de fiestas patronales y centenares de reuniones con empresarios locales se le ofrecen como perfectas coartadas para escurrir el bulto y de paso mantener algo remotamente parecido a una agenda institucional. Quedará demostrado que se puede seguir ejerciendo de presidente de la Generalitat Valenciana sin que le vean el pelo por la capital del Regne y sus alrededores.

9-Apoye cualquier causa que no tenga que ver con la dana
Por alguna “misteriosa razón” la dana y sus consecuencias se han convertido en el tema único de la actualidad valenciana. Dado que el papel del presidente en este asunto no ha sido muy lucido, la primera misión de su equipo de comunicación es buscar otros asuntos para intentar desplazar la catástrofe de las primeras páginas de los periódicos y de los informativos de televisión. No hay que ser muy exigente. Cualquier tema vale: desde la inauguración de un belén gigante, el corte de la primera alcachofa de la Vega Baja y hasta una exposición provincial de vitolas de puro habano, pasando por una visitilla a Alcoy para prometerles el tren a Alicante o el polígono de la Canal. Se trata de desviar un rato la atención del asunto central y de paso, sentirse un gobernante normal.

10-Despréndase de cualquier rasgo de humanidad
Para cumplir este decálogo es imprescindible que un dirigente político sea un hombre dotado de una absoluta falta de humanidad; un personaje con el corazón de piedra que desconozca el significado de palabras como empatía, solidaridad o responsabilidad. Para conseguir el éxito en un reto como éste hay que cumplir a rajatabla la ley de oro del político moderno: la carrera personal de un gobernante está por encima de todas las desgracias personales y económicas que puedan sufrir sus gobernados. Sobre estos sólidos principios deben basarse todas sus acciones. Cualquier reconocimiento de algún error, cualquier síntoma de sensibilidad o de piedad hacia sus semejantes será entendido como una debilidad y sobre usted caerán todos los demonios de la política hasta convertirlo en un presidente acabado

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COMENTARIOS

  1. J. Sou says:

    Javier, senzillament extraordinari. Però entendran, els interfectes, la ironia?
    Forta abraçada

  2. Oscar says:

    Sencillamente demoledor.Pero es preciso tener en cuenta que vivimos en un país de siervos, vasallos y que gustan de repetir:¡Vivan las caenas!. Con lo cual seguimos igual que cuando se dijo por primera vez y ya ha llovido un poco desde entonces

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