El PSOE -que aspiraba a obtener una mayoría absoluta- ha perdido tres concejales, ha ganado las elecciones por una exigua diferencia de 23 votos (número georgino por antonomasia) y se verá obligado a buscar pactos de izquierdas para seguir en la Alcaldía. El PP, con un candidato desconocido, con una campaña roma casi inexistente y con el trauma del brutal relevo de su anterior portavoz todavía fresco, duplica al número de ediles y contra todo pronóstico, se queda a milímetros de la victoria electoral. Los resultados del 28-M alcoyano han destrozado todas las previsiones y han pillado con el paso cambiado a la práctica totalidad de los profetas políticos. La noche electoral nos deja una gran paradoja: caras tristísimas en la sede del partido que seguirá gobernando y euforia en las filas de los que ejercerán de primer partido de la oposición. Ahí van algunas explicaciones a este extraño fenómeno.

1-Voto de castigo

Queda claro que los socialistas alcoyanos han sufrido un potente e inesperado voto de castigo. Ha habido un clamoroso fallo de cálculo en la sala de máquinas del equipo de Toni Francés: se había fijado como objetivo la mayoría absoluta y en vez de eso, se ha sufrido una notable penalización por parte del electorado. A partir de ahí, toca buscar explicaciones. La lista es interminable: se castiga una forma de gobernar prepotente y poco dada a la negociación, se está pagando el pato de una gestión difusa en asuntos como la pandemia y la crisis del Hospital de Oliver, se sufren los efectos de un creciente sentimiento de decadencia de la ciudad y como guinda del pastel, se paga el obligado peaje por la chulería de acometer una obra tan impopular como el carril bici en pleno periodo electoral. Tras una legislatura gobernando prácticamente en solitario, los socialistas se ven obligados a pactar con partidos –como Compromis y Guanyar- que llevaban años soportando su olímpico desprecio. La frase “Alcoy es de izquierdas”, pronunciada por el alcalde en la noche electoral es un anticipo evidente de este obligado cambio, que se podría resumir con el refrán castizo de “por el interés te quiero Andrés”.

2-En el sitio justo y en el momento justo

Tras un aterrizaje atípico que lo convirtió en material de chascarrillo y ninguneo, Carlos Pastor es desde el pasado domingo un personaje central de la política alcoyana. El candidato del PP ejercerá de potente jefe de la oposición tras duplicar el número de concejales y rozar la victoria. El nuevo líder popular se beneficia de las innumerables ventajas que proporciona el hecho de estar en el sitio justo y en el momento justo. Se queda con los votos de Ciudadanos tras la esperada desaparición de este partido. Rentabiliza buena parte del malestar que ha generado doce años de alcaldía de Toni Francés. Y por si esto fuera poco, se convierte en el hombre en Alcoy del nuevo presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, con el que lo unen lazos de amistad personal y que fue el principal responsable de su nombramiento. A partir de ahora, Pastor se enfrenta al reto de demostrar que el incontestable éxito electoral obtenido no es el fruto efímero de una conjunción astral de elementos externos, sino el resultado de una propuesta política sólida. Tiene cuatro años para despejar esta duda.

3-La izquierda que aguanta y la izquierda que desaparece

En los terrenos de la izquierda extrasocialista, división de opiniones. Compromis, con el nuevo candidato Álex Cerradelo, logra frenar el lento declive de este partido en las últimas elecciones. Los nacionalistas incluso mejoran resultados y obtienen un concejal más, en un hecho que se puede atribuir a la renovación de caras o a la llegada de votos desencantados del PSOE. Guanyar resiste (que no es poco en estos tiempos) y se convierte en un elemento estratégico a la hora de marcar la dirección del nuevo gobierno municipal. Por ejemplo, la intervención de la formación de Sergi Rodríguez puede ser clave para frenar la nueva deriva socialista favorable al polígono industrial de la Canal. Podemos recoge los frutos de una legislatura infumable y desaparece de la escena alcoyana, dejando tras de sí un rastro de inconsistencia política.

4-Motivos para pensar

En medio del ruido de la noche electoral, hay una cosa importante que amenaza con quedarse en un segundo plano:  Vox ha pasado de uno a tres concejales y se ha convertido en la cuarta fuerza política de Alcoy. Un partido de ultraderecha, sin hacer apenas referencias a los asuntos locales, consigue una representación significativa en el salón de plenos y supera a formaciones de la izquierda de toda la vida, como es el caso de Guanyar.  Más de tres mil alcoyanos han votado a Vox, obligándonos a todos a abrir una reflexión sobre un partido que cuestiona los principios más básicos de este sistema democrático. No valen las descalificaciones ni los lamentos escandalizados. Hay motivos más que sobrados para pensar.

5-Vuelta a 1995

Y para acabar, un dato preocupante. La victoria del PP en la Generalitat nos sitúa ante un escenario político endemoniado, que puede tener consecuencias desastrosas para esta ciudad. Alcoy regresa a 1995, cuando Zaplana aterrizó en el gobierno autonómico mientras el PSOE mantenía la Alcaldía. El cartagenero sometió al gobierno de Sanus a un durísimo boicot de inversiones, que tenía como objetivo lograr que los alcoyanos “vieran la luz” y votaran a la derecha. Aquel proceso dejó en la cuneta importantes proyectos públicos, como el auditorio de la manzana de Rodes, e hipotecó el desarrollo de la ciudad durante un lustro. La adscripción de Carlos Mazón a la escuela zaplanista nos hace temer lo peor y no es arriesgado suponer que se van a revisar a la baja buena parte de las actuaciones que el Consell de Ximo Puig tenía previstas para Alcoy.