En la pancarta brilla el eslogan “El cambio que mereces”. En la primera fila del mitin, haciendo un contraste tan involuntario como brutal, podemos ver un auténtico viaje por el túnel del tiempo popular: el ex director general del Instituto Valenciano de la Juventud de Zaplana, Carlos Mazón; los ex alcaldes de Alcoy, Peralta y Sedano; el ex secretario autonómico de Cultura, Rafa Miró, haciendo un papelón y el eterno Nando Pastor. El Partido Popular nos quiere vender una película de estreno y en realidad está intentando que nos traguemos una producción del año de la picor. No hay ninguna duda, esta función ya la hemos visto: se llama zaplanismo y representa el periodo más corrupto, ruinoso y cívicamente vergonzante de la historia reciente de la Comunitat Valenciana.
El acto electoral del PP en Alcoy ha tenido la virtud de mostrarnos los detalles más ocultos del mecanismo de la campaña de la derecha valenciana y alcoyana ante los comicios del próximo 28-M. Se trata básicamente de vestir con los elegantes ropajes de la novedad un material político caducado, que ha llevado a esta autonomía a la ruina económica y a protagonizar las crónicas de escándalos de todos los telediarios de España. Bajo el paraguas de esta táctica cabe casi todo. Los mismos tipos que entregaron la sanidad pública a las empresas de sus amiguetes, se quejan ahora por los desastres sanitarios de la izquierda. Los mismos gobernantes que malbarataron el Hospital de Oliver, se escandalizan por el impacto mortal del covid en el centro asistencial que ellos privatizaron. El mismo partido que llenó el país de barracones escolares, exige ahora a voz en grito que se cumplan los plazos para construir las escuelas. Los mismos políticos que destrozaron el PP de Alcoy (Sedano y Peralta), poniéndole una alfombra roja a doce años de gobierno de Toni Francés, se han convertido ahora en los dos grandes apoyos de la derecha alcoyana para recuperar el poder. Y así, sucesivamente en casi todos los terrenos de la política y la gestión pública.
Para que funcione este gigantesco camelo es necesario que sobre las cabezas de los votantes caiga un enorme chaparrón de desmemoria y de amnesia. Hay que convencer a la ciudadanía de que la etapa de Zaplana en la Generalitat fue un esplendoroso siglo de oro valenciano, aunque para ello sea necesario cubrir con el manto del olvido algunos rincones especialmente siniestros. Hay que desplazar a la izquierda del poder a toda costa, aunque para conseguir este objetivo haya que convertir en personajes arcangélicos y ejemplares a una generación de políticos de armas tomar para los que el fin justificaba hasta los peores medios.`
Los votantes que piensan que hay vida más allá del dúo PP/Vox están obligados a hacer un ejercicio de reflexión, han de rebobinar en el tiempo y recordar los episodios más sonados del pasado popular. Es sencillo. Si los belicosos tejanos se acuerdan de El Álamo en los momentos importantes del gran estado de Texas, a los ciudadanos valencianos y alcoyanos nos basta con acordarnos del desastre de la Ciudad de la Luz, del bulevar de Enrique Ortiz en Alcoy, de la privatización de áreas de salud enteras, de la Rosaleda, del aeropuerto del abuelito, del CADA cerrado durante años o de las filas de ilustres dirigentes populares desfilando por los juzgados y las cárceles de este “Levante feliz”, que hace muy poco tiempo fue tierra de saqueo.