Los ingleses, que son muy buenos para estas cosas, han acuñado la expresión metafórica “un elefante en la habitación” para referirse a problemas muy complicados, que pese a su estruendosa presencia son ignorados por las personas encargadas de resolverlos, ya que ante la magnitud del marronazo han optado por actuar como si éste no existiera. En estos inciertos días del coronavirus, la supresión definitiva de las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy de 2020 es un enorme paquidermo moviendo la trompa en el cuarto de estar de esta ciudad. Ni el Ayuntamiento, ni el Casal de Sant Jordi se atreven dar señales de vida.
Localidades como Ibi, Muro, Castalla, la Vila, Pamplona y hasta el mismísimo Múnich con su Oktoberfest han dado un paso al frente y tras reconocer el agobiante tonelaje del elefante, han optado por suspender definitivamente los festejos de 2020 y por esperar a que lleguen tiempos mejores en 2021. La decisión viene generada por el ambiente de incertidumbre creado por una pandemia que, según señalan todos los expertos, obligará a mantener fuertes medidas preventivas a lo largo de los próximos meses. Alcoy, junto a València con sus Fallas, es uno de los escasísimos núcleos festeros importantes que todavía no se ha pronunciado sobre el futuro de su gran celebración anual. Tras el trauma de la primera y obligada suspensión, se mantiene un incómodo estado de indefinición, que oscila entre la posibilidad de hacer los festejos en el próximo otoño o en olvidarse del asunto hasta abril del año próximo.
Vayamos a analizar las dos posibilidades. La primera consiste en hacer los Moros y Cristianos en unas fechas sin determinar de octubre , convirtiéndolos en algo así como unas fiestas de consolación. En el caso hipotético de celebrarse en esos días atípicos, los actos del programa estarían sometidos a un buen número de limitaciones por el control de multitudes y de contagios. Alcoy podría presumir de haber sacado a las calle sus festejos contra viento y marea, pero la realidad nos colocaría ante una especie de sucedáneo muy descafeinado para espectadores y festeros, cuyas grandes víctimas serían los cargos de este ejercicio, obligados a lidiar con unas circunstancias anómalas y casi heroicas.
La segunda salida a este laberinto pasa por asumir un paisaje sanitario y social muy adverso y por borrar este maldito 2020 de todos los calendarios festeros. Se procedería a la congelación de las Fiestas de este año y el mismo dispositivo, con los mismos protagonistas principales y con el programa de actos íntegro, se trasladaría a 2021. Esta opción presenta como ventaja principal que público, capitanes, alféreces, glorieros, escuadras especiales, boatos y San Jordiet podrían disfrutar plenamente de una celebración situada en su entorno natural y que además, contaría con un importante valor emotivo añadido: el reencuentro con los festejos tras un año de abstinencia. Como principal inconveniente, hay que referirse las numerosas complicaciones técnicas que supondría el traslado en bloque de unas Fiestas cuya infraestructura organizativa se ha convertido en un montaje gigantesco, que mueve a miles de personas y millones de euros.
En medio de una pandemia que ha causado más de un centenar de muertos en el área de Alcoy y con la perspectiva de una brutal crisis económica, está claro que el Ayuntamiento (último responsable de los festejos) tiene en su agenda temas mucho más importantes que la organización de una Trilogía Festera. Sin embargo, se agradecería que despejara esta incógnita cuanto antes. Andamos sobrados de incertidumbres y sería un detalle de buen gusto que la autoridad competente abandonara esta falsa prudencia y dejara las cosas claras en el mundo de la Fiesta, que al fin y al cabo es la manifestación social más poderosa de esta ciudad.
NOTA FINAL. A la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos en torno a la pandemia y ante la sucesión de advertencias sobre la prolongación de las restricciones en el tiempo, crece el número de alcoyanos que se darían con un canto en los dientes con que la Cabalgata de Reyes de 2021 se pudiera celebrar con una cierta normalidad. Yo lo firmaría ahora mismo.