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Punto de vista
La semana: balances, capitanes y el vacío
Javier Llopis - 09/05/2014
La semana: balances, capitanes y el vacío
El capitán moro en una magnífica fotografía de Paco Grau

Acaban las Fiestas y es semana de balances. En una ciudad arrasada por el efecto de la resaca festera, toca analizar una Trilogía llena de momentos especiales y de detalles significativos. Tras el paréntesis de los Moros y Cristianos, Alcoy intenta volver poco a poco a la normalidad.

Hace falta valor

De vez en cuando, las Fiestas de Alcoy te golpean bruscamente con uno de esos momentos irrepetibles, que se te quedan para siempre en la memoria. Para encontrarse con un impacto parecido al del capitán de la Llana de 2014, habría que remontarse a más de veinte años atrás y recordar una “brutal” escuadra especial de Alejandro Soler, que acompañaba a una capitanía de la  Filà Verds, provocando una especie de aullido colectivo de asombro por las calles del centro. En una época en la que la carroza es prácticamente obligatoria para todos los cargos festeros, salir a lomos de un caballo entraña una formidable demostración de valor. La imagen de Rafael Vilaplana jugándose la Entrada al todo o nada  de un espectacular traje en negros y dorados es una apelación al clasicismo festero y un homenaje a otro de esos momentos mágicos de la Trilogía: la capitanía de su padre, que hace 42 años también logró dejar una importante huella en el patrimonio estético de la Fiesta. En estos tiempos del burro grande ande o no ande, la elegante sencillez del capitán de este año es una radical declaración de principios, un guiño cómplice hacia unos tiempos lejanos en los que la Fiesta conservaba el gusto por el detalle y aún no había enfermado de gigantismo. Los afortunados que asistieron a los desfiles del pasado sábado siempre podrán contarles a sus nietos aquello de “yo vi al capitán de la Llana de 2014”, en una clara confirmación de que este cargo festero forma parte ya de la Historia.

¿Quién maneja mi barca?

Tras la pitada festera contra Alberto Fabra, comentada hasta la saciedad en todos los foros de la ciudad, llega el momento de hacerse la gran pregunta: ¿Quién demonios asesora al presidente de la Generalitat, quién ha sido el lumbreras que ha considerado que el mandatario autonómico podía sacar algo positivo de la exposición al abucheo y a la chifla de unos cuantos millares de alcoyanos cabreados?. Nadie tiene respuestas para estos misterios. Sólo nos queda la convicción de que a pesar de acumular cantidades ingentes de jefes de gabinete, de asesores de imagen y de dircoms, los dirigentes políticos pueden cometer las mayores estupideces de este mundo. Eso sí, las estupideces se pagan siempre a precio de oro, ya que estos aprendices de brujo acostumbran a cobrar suculentas nóminas a final de mes por meter a su jefe en situaciones desastrosas, que eran perfectamente previsibles. Unos genios.

Festeros y público

En la eterna polémica sobre si las Fiestas alcoyanas están pensados para el público o exclusivamente para el disfrute de los festeros, este año se ha producido un suceso importante, que puede decantar la balanza hacia uno de los lados: la Retreta salió a la calle con la representación de una sola filà, los Mudéjares. La crisis y un complicado problema de seguros pusieron este acto al borde de la desaparición. La Asociación de San Jorge tiene todo un año para buscar fórmulas que eviten que esta situación se repita. Muerta y resucitada en diferentes ocasiones, la Retreta es una de las pocas piezas realmente participativas del programa oficial, uno de esos actos en los que resulta difícil distinguir público y festeros. Sería una pena su desaparición.

Impacto económico

Acaban las Fiestas y empieza inmediatamente el debate. ¿Han venido más turistas que en años anteriores o han venido menos?. Curiosamente, las respuestas a esta pregunta dependen del posicionamiento personal respecto a la polémica del paso de los festejos a fin de semana: los partidarios de las fechas tradicionales hablan de un fracaso de visitantes y los partidarios del cambio dicen que el sábado Alcoy estaba a reventar. Dado que estamos en una ciudad que quiere desarrollar un sector turístico como alternativa económica, resulta inevitable la pregunta ¿por qué no se ha hecho nunca un estudio técnico riguroso sobre el impacto económico de los festejos?

El vacío

Es pura Física. El poder de succión de las Fiestas de Moros y Cristianos es tan grande, que una vez agotado el programa de la Trilogía, esta ciudad  se queda sin energía, como si alguien le hubiera vaciado de cualquier resto de vitalidad social. En este perro mundo, hay pocas cosas más feas que el centro de Alcoy en la semana siguiente de Fiestas. Aunque las brigadas de limpieza hacen su trabajo de forma irreprochable, en el aire flota algo desagradable, una sensación insoportable, que se produce al comprobar que por las mismas calles por las que hace sólo unos días desfilaban hermosas huríes danzarinas, bandas de música atronadoras y caballeros medievales cargados de corazas, ahora sólo circulan camionetas de reparto y autobuses de TUASA. No hay color. Es un contraste muy duro de asimilar y tardaremos aún unas pocas semanas en recuperarnos.

Un mago

Rafael Ferrándiz abandona la presidencia del consejo rector de la Font Roja tras 16 años en el cargo. El abogado alcoyano ha dirigido este organismo de participación en unos tiempos especialmente complicados: con un Ayuntamiento empeñado en meter con calzador el hotel y con una opinión pública movilizada, que rechazaba rotundamente el proyecto. A pesar de esas tensiones, Ferrándiz ha conseguido algo que parecía imposible: llevarse las alabanzas de todos en el momento de su despedida. Ni un reproche hacia la figura de un hombre, que nos ha demostrado que se puede ejercer de eterno negociador  sin morir en el intento. Un mago. Esta ciudad necesita por vía de urgencia un abundante cargamento de personas con este perfil para desatascar su inacabable lista de asuntos atascados.

La megaencuesta

Empieza desde el más absoluto anonimato la campaña de las elecciones europeas. El desinterés popular en torno a estos comicios es total; en la calle y en las sedes de los partidos sólo se les da un valor: convertirlos en una especie de megaencuesta para futuras citas electorales más “importantes”, como las autonómicas o las municipales. Aunque la mayor parte de las hostias nos está llegando desde Europa, la gente pasa olímpicamente de una cita electoral que decidirá la composición y la orientación política de las futuras instituciones comunitarias. Misterios y paradojas de la política española.

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