Todo son Fiestas. En la semana previa a la Trilogía, Alcoy vive sumergido en los preparativos de los actos centrales de sus Moros y Cristianos, que como todos los años vienen acompañados por su correspondiente ración de polémica. La actividad política, intensa ante la inminente campaña electoral, apenas sí se deja ver por debajo del gran tema festero.
¡A la puta calle!
Fea costumbre de los guardianes de las esencias festeras. Las declaraciones o las actitudes críticas con el orden preestablecido son contestadas en internet con furiosas diatribas, en las que se suele recurrir con preocupante insistencia a una fórmula muy agresiva de descalificación en la que se invita al rebelde al destierro; o lo que es lo mismo, a marcharse de Alcoy si no le gustan las Fiestas tal y como son. Es la versión alcoyana del clásico ¡a la puta calle!, que también se puede escuchar habitualmente en los programas radiofónicos de participación. Ximo Llorens escribe una punzante columna para Radio Alcoy, en la que entra a saco en la polémica del dragón y los moros del San Jorge. De forma inmediata, alguien le recomienda que emigre a la patria de sus ancestros, Benilloba, para dedicarle sus presuntos fervores a San Joaquín. A los que no tenemos la suerte de disponer de raíces en algún pueblo de la comarca, las invitaciones al exilio festero nos colocan ante la terrible perspectiva de montarnos una tienda de campaña en la zona del Altet de Cocentaina y pasarnos la Trilogía haciéndole visitas al Carrefour. Nadie, absolutamente nadie, parece plantearse la posibilidad de aceptar la existencia de diferentes maneras de entender y de disfrutar de los festejos alcoyanos. Aquí, el que no se traga el paquete festero completo es acusado rápidamente de antipatriótico. Esta agresiva banda de ultraortodoxos no admite ni la más mínima disidencia; actúan como si fueran los legítimos propietarios de la tradición y como si los Moros y Cristianos de Alcoy fueran su finca privada. Con amigos como estos, la Fiesta no necesita enemigos.
A velocidad de vértigo
La nueva política española funciona a velocidad de vértigo y devora a sus protagonistas con una avidez incontenible y casi patológica. Trini Miró se cae de las listas autonómicas, se queda en un lugar simbólico de la candidatura de su partido en Alcoy y anuncia su regreso a su puesto de trabajo en el Conservatorio. La noticia se diluye en medio de un gran caudal de información política y ya casi nadie quiere recordar que estamos ante una dirigente del PP, que como consellera de Cultura se comprometió con su ciudad, trayendo inversiones importantes como la Luz de las Imágenes y la aportación de su departamento al malogrado CADA. Laminada por las divisiones internas de su partido, Trini Miró paga las consecuencias de su militancia en el campismo y protagoniza una retirada elegante y sin ruidos. Aunque se puede estar en desacuerdo con sus planteamientos políticos, no se puede negar que esta mujer siguió ejerciendo de alcoyana cuando disfrutaba de las mieles del poder en Valencia, rompiendo una larga tradición de políticos locales, que se olvidan rápidamente de su pueblo en cuanto cruzan la frontera del Puerto de Albaida. En la selva de la política no queda ni el más mínimo hueco para la gratitud ni para el reconocimiento de los méritos.
Cuestión de ideas
Llamadme tradicional; pero la verdad es que me entra cierto mosqueo en el cuerpo cuando veo al Ayuntamiento de Alcoy organizando concursos de ideas sobre un determinado proyecto o apadrinando “brainstormings” sobre el futuro. Por muchos adornos participativos que se les pongan a estas iniciativas, sigo siendo partidario del sistema de toda la vida: un señor tiene buenas ideas para el futuro de su ciudad, decide presentarse a alcalde, la gente considera que sus ideas son atractivas, le votan y cuando asume el cargo, el señor en cuestión se dedica en cuerpo el alma a aplicar las ideas que se anunciaban en su programa electoral. Así se ha hecho siempre; se llama democracia. El resto huele a maniobra envolvente para disimular el vacío de propuestas políticas serias y a falta de valor para afrontar los problemas de la gestión pública. Ante la escasez de sustancia, nos entierran con toneladas de efectos especiales.
El paso del tiempo
Hay una medida festera del tiempo. De niños, los 14 años que transcurren entre dos capitanías de una misma filà nos parecían una eternidad inabarcable. Ahora, las repeticiones se suceden con una deprimente velocidad, que nos hace reflexionar sobre el inexorable paso de los años. En Alcoy, nada te hace sentirte más viejo, que encontrarte a un tipo que has conocido hace años ejerciendo de Sant Jordiet y que ahora está cargado de hijos, de kilos y de hipotecas. Todo empieza en abril y todo acaba en abril. Los festeros más guerreros e incombustibles del pasado se piden ahora un sitio en la carroza para hacer con comodidad el recorrido de la Entrada. La Fiesta es real como la vida misma.
La penícula de UPyD
“Toda la vida aprendiendo a decir penícula y ahora resulta que se llama flin”. La frase del chiste de catetos viene pintada para describir la situación de UPyD en Alcoy. Los representantes locales del partido de Rosa Díez llevan toda una legislatura trabajándose su presencia en el próximo ayuntamiento como legítimos depositarios de los sectores de centro derecha agraviados por el PP y a unas semanas vista de los comicios, se produce la explosión de Ciudadanos y la gravísima crisis interna de la formación magenta; dos circunstancias combinadas, que rebajan hasta niveles microscópicos las perspectivas alcoyanas del grupo político que lidera David Sabido. Si a esto le añadimos la irrupción de Sedano como cabeza de candidatura del partido de Albert Rivera, las cosas se complican aún más. La posibilidad de jugar un papel clave en una futura corporación se diluye cada día un poco más, colocando a este partido político ante un triste paisaje de irrelevancia.
Los años del despegue
“Un blanco y negro lleno de colores”. Las librerías de Alcoy regalan con motivo del Dia del Libro una crónica gráfica de Paco Grau sobre las Fiestas en el periodo 1979-1989. Material periodístico de primera, en el que se nos hace el relato detallado de una década clave para los festejos. A pie de calle, el fotógrafo nos cuenta la historia de unos años en los que los Moros y Cristianos dieron los primeros pasos hacia ese gigantismo y esa espectacularidad, que ya se han convertido en marcas de la casa. Las imágenes recogidas por su cámara nos hablan de un tiempo de transformación y de crecimiento imparable. También nos proporcionan un cumplido catálogo de anécdotas y de situaciones que hoy nos parecerían inconcebibles.
Encuestas
Una de las desventajas de ser una plaza de segunda es que las encuestas electorales nunca llegan a Alcoy. La prensa nacional y la regional se llenan de consultas demoscópicas en las que se anuncian los resultados autonómicos y los de las grandes ciudades de la Comunitat Valenciana. Aquí, nos tenemos que conformar con las charletas de bar y con la especulación pura y dura. Los rumores sobre estremecedoras encuestas en manos de las direcciones locales de los partidos también nos sirven para rellenar el tiempo de espera.
Es una pena que por cuestiones informáticas algunas cosas se queden a medias. En la web de Radio Alcoy, a día de hoy, están solucionando unos pequeños problemillas con los comentarios del artículo de Ximo LLorens. En facebook, en la página de Radio Alcoy, no hay problema alguno, pero los artículos son tan efímeros que ya hay diez artículos más por delante del de Ximo LLorens, y ya la polémica y las réplicas no parecen importar a nadie. Con esto quiero decir que copio el comentario que escribí ayer en los dos sitios mencionados por una razón.
Porque alabo la libertad de expresión y no creo que sea necesario el insulto o las descalificaciones cuando no se está de acuerdo con alguien. Y aquí va mi comentario:
Parece ser que el artículo de Ximo ha dejado a más de uno tocado ( y es posible que algún que otro se haya hundido/a). El espacio donde escribe se denomina «opiniones» y como tal, él opina. En ningún momento ha mentido, y menos, ha mandado a la Asociación de Sant Jordi a mudarse a otro pueblo o ciudad porque no está de acuerdo con lo que hacen. Ni tampoco ha mencionado que los de la asociación sean unos toca pelotas porque son caducos o rancios porque no piensan como él. Hay algo que se llama respeto y se puede estar en desacuerdo sin perderlo. Hablando ( o escribiendo) se entiende la gente, ¿no? ¿No se puede opinar sobre estar en contra de que sigan los moros degollados y en su lugar pongan el dragón o el borreguito de norit? ¿Esto es libertad de expresión? Os leo muy agitados y tenéis que estar más relajados que hay que disfrutar de las fiestas y a vosotros ni nada ni nadie os las echarán a perder. Si perdéis los papeles con un artículo como éste , que es de lo más blanco y puro, no quiero ni pensar si esto os lo dicen cara a cara. ¿Usaréis los trabucos del día del alardo de verdad? Y otra cosa, si entre los mismos detractores del artículo no os ponéis de acuerdo sobre lo que es tradición o no…apaga y vámonos.