La semana viene marcada por la intensa actividad política previa a las elecciones. Los partidos culminan el proceso de elaboración de las listas y se van despejando algunos misterios. El PP aprueba en las Corts una inverosímil ley de defensa de la identidad valenciana, con policía incluida, y un informe de la Universidad de Valencia nos describe como una especie de milagro industrial.
Tutelas y continuidades
Guanyem Alcoi culmina el proceso de primarias abiertas para la confección de su candidatura electoral con un resultado que provoca un buen número de comentarios maliciosos y un cierto estado de mosqueo en sectores de la izquierda social. Los que consideran que esta plataforma ciudadana es una mera marca blanca de EU hallan argumentos para sus críticas tras analizar la cabecera de la lista y llegar la conclusión de que bajo un nuevo nombre, este partido se ha limitado a correr el escalafón respecto a la candidatura presentada a las anteriores elecciones municipales. Estefanía Blanes, candidata a la Alcaldía, ocupaba el número tres en los comicios de 2011 y pasa al uno tras la marcha de Paco Agulló y de Jordi Tormo. Aplicando este mismo criterio, Cristian Santiago pasa del cuatro al número dos. Aunque el procedimiento participativo se ha desarrollado sin denuncias de irregularidades y con inusuales dosis de transparencia, la sensación de tutela y de continuidad es totalmente comprensible entre un electorado, que esperaba con cierta ilusión la aparición de nombres de personajes independientes ajenos a la política tradicional. La gradual desaparición de los representantes de diferentes movimientos ciudadanos, que reforzaron la credibilidad de Guanyem en su presentación pública, no ha contribuido precisamente a despejar las dudas. Tampoco ha ayudado el nombramiento de Estefanía Blanes como portavoz municipal sustituyendo a Paco Agulló en plena legislatura municipal, en una decisión que se interpreta ahora como un intento de foguear a alguien que ya hace meses que estaba cantado como candidata a alcaldesa.
El PSOE y su historia
El Ayuntamiento de Alcoy distribuye una nota de prensa para celebrar el 30 aniversario de la enramada festera. El comunicado cita al capitán cristiano del año 1985, agradece a la empresa Tecnimagen la cesión de un vídeo sobre aquel primer montaje, recuerda la importante colaboración económica del presidente de la Generalitat de la época Joan Lerma y se completa con unas declaraciones del actual concejal de Fiestas y de Obras, Jordi Martínez. En el documento no hay ni una sola referencia a José Sanus, el hombre que desde la Alcaldía fue el principal impulsor de este exitoso elemento de decoración festera. Ni una palabra para el alcalde socialista que se pateó los despachos oficiales para buscar financiación para el proyecto; ni una mención para el político que luchó con algunas furiosas críticas vecinales apadrinadas por la derecha local, que hoy nos parecen incomprensibles y ni una línea para el personaje que ideó y que nos legó esta espectacular estructura, que hoy se ha convertido en un elemento imprescindible de la Fiesta. El PSOE de Alcoy tiene un gravísimo problema con su historia e intenta reescribirla desde la peor de las manipulaciones. El hecho evidente de que José Sanus haya adoptado un papel muy crítico con la gestión de Toni Francés no justifica los burdos intentos de negar su existencia. En los aparatos de los partidos siempre soplan viejos aires estalinistas. Métodos sectarios de castigo, que recogen aquella práctica habitual en la Unión Soviética, cuyo politburó borraba de las fotografías oficiales a los caídos en desgracia, dejando unos huecos enormes e inexplicables en los retratos de las escenas históricas.
Puñales magenta
Las elecciones andaluzas dejan un primer cadáver en las cunetas de la política. La estrella de Rosa Díez y de su UPyD empieza a apagarse más abajo de Despeñaperros. El electorado andaluz ha preferido la propuesta de Ciudadanos, que ofrece la misma calculada ambigüedad política, pero que tiene un líder mucho más simpático: el jovial Albert Rivera (nadie sabe nada sobre sus ideas, pero todo el mundo coincide en señalarlo como un tipo muy agradable). Haciendo honor a su biografía, el candidato magenta a la Generalitat Valenciana, el incomparable Toni Cantó, corre raudo a apuñalar a la lideresa derrotada, atacando con sospechosa saña a la mujer que hizo posible la conversión de un mediocre actor de tercera en un político profesional con su correspondiente nómina mensual. Queda claro, por si alguien tenía alguna duda, que las cúpulas de los partidos españoles siempre envían lo mejor de cada casa a la Comunitat Valenciana.
El guión previsto
La operación Sedano se desarrolla con arreglo al guión previsto. Tras abandonar el Ayuntamiento, el ex alcalde anuncia que encabezará la lista de Ciudadanos. Pocos días después, Mario Santacreu y Lucía Granados dejan sus plazas de tránsfuga en el salón de plenos. Tras calentar sus asientos durante toda una legislatura y cobrar las correspondientes remuneraciones económicas por ello, los tres ex ediles populares se ven afectados a la vez por un tardío ataque de ética; una repentina epifanía, que les llega a menos de dos meses de las elecciones. Alcoy se prepara para disfrutar con el espectáculo del cinismo político en estado puro.
Desesperados
La frase de Samuel Johnson sigue guardando toda su vigencia: el patriotismo es el último refugio de los canallas. El PP cierra la legislatura autonómica aprobando una inverosímil Ley de Defensa de las Señas de Identidad Valenciana. Desesperados ante la inminente pérdida del poder, los populares vuelven a sacar en procesión al viejo fantasmón del pantacantalanismo, en un intento de pescar votos en las podridas aguas del miedo y de la ignorancia. Como esta gente está en todo, no han dudado en crear una policía identitaria, que tendrá forma de observatorio y que se encargará de decidir quién se ajusta y quién no al patrón preestablecido de valencianía pata negra. Vale la pena señalar que entre los componentes de esta Gestapo Horchatera, que tendrá la última palabra en materia subvenciones oficiales, están la Federación Valenciana de Colombicultura y la asociación de entidades de “bous al carrer”. Nos quedamos más tranquilos.
Partido amañado
Un ex conseller de Justicia, nombrado por Francisco Camps, presidirá la Audiencia Provincial de Valencia, organismo encargado de juzgar los grandes casos de corrupción del PP valenciano. Fernando de Rosa, así se llama el magistrado, fue también el hombre que afilió al Partido Popular al ex presidente de la Generalitat. Política y justicia se entremezclan en un mundo de colegueo en el que los mismos nombres se cambian los puestos con total desparpajo: un día soy juez y al siguiente soy político. Aunque la afición espera con ilusión algún gol espectacular o alguna jugada brillante, conviene ser conscientes de la triste realidad, abandonar las falsas esperanzas y aceptar que estamos ante un partido amañado, en el que el árbitro y buena parte de los jugadores defienden la misma camiseta. El que quiera emociones o suspense, que vea una película de Hitchcock.
Un milagro
Un informe de la Universidad de Valencia destaca la capacidad de supervivencia y de innovación de la industria del eje Alcoy/Ibi/Ontinyent. En este trabajo se subraya que el sector industrial de estas comarcas supone el 17% del total de la industria valenciana. Los autores del estudio nos muestran unas empresas con gran potencial exportador y con notables habilidades para adaptarse a una realidad difícil y cambiante. En la presentación de este documento se señala la existencia de algo muy parecido a un milagro: que este potente tejido productivo se haya mantenido vivo en una Comunitat Valenciana cuyas administraciones públicas han pasado de la industria hasta el culo, centrando todos sus esfuerzos en el ladrillo y los servicios. Aunque esta situación siempre resulta indignante, conviene recordar que estamos ante la verdadera marca de la casa. La industria de estas comarcas lleva siglos viviendo al margen de los apoyos institucionales y practicando el viejo arte de buscarse la vida.