Días de nombramientos en el nuevo gobierno autonómico valenciano. Jornadas de sorpresas y de acontecimientos inexplicables. Toni Francés le gana a Jaume Pascual la batalla para entrar en la Diputación y la ola de calor provoca un estado de mala leche general.
Ni con cola
Rafa Climent da el sorpresón y nombra a Julia Company Sanus directora general de Industria de su conselleria. Espectacular regreso a la primera fila política de una mujer que fue expulsada del PSPV, que ejerció de tránsfuga con entusiasmo y que contribuyó con todos los medios a su alcance a que Alcoy tuviera once años de gobiernos del PP, llegando a apoyar a los populares en algunos de sus proyectos más desastrosos y polémicos. Puede que la ex secretaria de la Cámara de Comercio tenga la cualificación profesional necesaria para ostentar su nuevo cargo; sin embargo, su accidentada y oscura biografía política no pega ni con cola con el ideario de un gobierno autonómico de izquierdas, que se ha fijado como principal prioridad la regeneración y la moralización de la vida pública. Alcoy sigue siendo la capital mundial de la amnesia política, en la que basta con dejar pasar el tiempo para que a uno se le perdonen hasta los pecados más imperdonables. En la política moderna se aplica a rajatabla el viejo dicho en el que se asegura que siempre hay un roto para un descosido.
Bofetadas por las diputaciones
Casi todos los partidos hablan de la necesidad de reformar (incluso de suprimir) las diputaciones. Sin embargo, cuando llega el momento de constituir estos entes provinciales, hay bofetadas por ocupar una plaza. El fenómeno se repite puntualmente cada cuatro años y nadie parece tener ni la más mínima voluntad real de introducir cambios en unas instituciones, que se han convertido en una fuente inagotable de dinero público con el que se pueden construir espesas redes clientelares para apoyar la carrera política de un determinado líder. Llegados a este punto, conviene recordar el triste destino de tres presidentes estrella de las diputaciones valencianas: Carlos Fabra está en la cárcel y sus compañeros José Joaquín Ripoll y Alfonso Rus tuvieron que dimitir perseguidos por los escándalos y encaran el futuro con una ración asegurada de paseíllos por los juzgados. No es ninguna casualidad.
La epidemia
Cae el bochorno sobre la Alameda de Alcoy. Un matrimonio maduro camina por la solanera, mientras del cielo cae plomo candente y el aire recalentado resulta casi irrespirable. La mujer pone cara de fastidio y le dice al marido “’¡un día de estos hago la maleta y me marcho!”. El marido se la mira con gesto de asco y le contesta “¿y dónde vas a irte tú…cabrona?”. Este diálogo, absolutamente verídico y pronunciado en voz alta, provoca miradas escandalizadas entre los otros transeúntes, que también se arrastran como pueden en medio de una mañana de martes asfixiante. Comprobado: la oleada de calor de este mes de julio tropical está provocando una auténtica epidemia de mala leche, que saca a relucir lo peor de cada uno. Resulta imposible estar amable y dicharachero cuando los termómetros marcan 40 grados, pero tampoco es necesario comportarse como un hijo de la gran puta.
Letal
Nueve concejales y una victoria electoral dan para mucho. Toni Francés pisa fuerte en el organigrama del PSPV y el que tenga alguna duda al respecto, sólo tiene que mirar cómo se ha sacado de encima a Jaume Pascual en la lucha para entrar en la Diputación. El alcalde l’Alqueria, eterno inquilino del Palacio Provincial y virrey del socialismo comarcal, ha descartado dar la batalla ante la evidencia de que iba a perderla ante su colega de Alcoy. Francés se consolida como un político letal y maniobrero, que maneja como nadie los resortes internos del partido. Todos los que se han opuesto a él en algún momento han pasado a la historia o han perdido hasta el último resto de relevancia.
El japonés
Finalizada la Segunda Guerra Mundial con la rendición del Japón, en las selvas de Birmania y de Borneo quedaron decenas de soldados japoneses aislados, que al no enterarse del final de la contienda siguieron al pie del cañón, preparados para un ataque del enemigo. A lo largo de treinta años, estos irreductibles supervivientes fueron apareciendo poco a poco y llenaron las fotografías de los periódicos con su imagen desnutrida y envejecida y con sus uniformes militares convertidos en patéticos harapos. Algo parecido le ha pasado al gerente de Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana, Pablo Cotino (no se sabe si es de los Cotino de toda la vida o si es un cotino por cuenta propia), que todavía no se ha enterado de que su bien amado PP ha perdido la Generalitat. Este oscuro burócrata popular ha tenido los santos cojones de tener a la actual consellera de Obras Públicas esperando 15 minutos a las puertas de su despacho, a la espera de una documentación sobre el accidente de Metro de Valencia. Todo parece indicar que el gesto de chulería le va a costar el puesto a nuestro cotino japonés, que una vez fuera de su despacho tendrá tiempo libre para ponerse al día sobre el cambio político en la Comunitat Valenciana.
El personaje Amando Blanquer
Se cumplen diez años del fallecimiento de Amando Blanquer. Pasa el tiempo y todavía sigue admirándome la calidad humana y artística del personaje. Alcoy pudo disfrutar de un referente de la música española del siglo XX, reconocido en los foros más exigentes, y a la vez de un hombre accesible, totalmente desprovisto de esas ínfulas y de esa pedantería, que parecen ser marca de la casa en cualquier persona que destaque en el mundo de la cultura. Frente a tanto indocumentado inflado de ego, Blanquer era un despliegue de sencillez y de normalidad. De vez en cuando, Alcoy produce figuras irrepetibles y ejemplares. Por supuesto, no hay noticias de ningún acto institucional para conmemorar el aniversario.
La única salida posible
Nace “Ahora en Común”; una plataforma de izquierdas para las próximas elecciones generales, que surge como alternativa a un Pablo Iglesias hinchado de éxito que va de sobrado por la vida y que exige que el progresismo nacional rinda pleitesía a Podemos poniéndose disciplinadamente bajo el paraguas de sus siglas. La capacidad de la izquierda para generar divisiones internas es infinita, pero en este caso viene totalmente justificada: el hiperliderazgo del hombre de la coleta y el desprecio con que trata a cualquier persona o formación que no se ponga a sus órdenes hacían obligada esta salida. Gente de IU, de Equo y disidentes de Podemos se suman a un proyecto, que intenta reproducir a escala nacional las experiencias de Manuela Carmena y Ada Colau, de las que Iglesias ha intentado apropiarse hasta convertirlas en un triunfo personal.