El Ayuntamiento de Alcoy sigue enredado en la maraña de pleitos judiciales heredados de la etapa del PP. La Generalitat anuncia un supertren en la costa, mientras mantiene la línea Alcoy-Xàtiva en el congelador. Como era de esperar, la peatonalización del centro empieza con pronunciamientos de fuerte rechazo.
Postales desde la zona muerta
Acuciada por los apretones preelectorales, la Generalitat resucita su proyecto del tren de la costa: una nueva línea férrea destinada a unir Alicante y Valencia a través de las grandes áreas turísticas de “voramar”. En un ejercicio de espíritu ahorrativo, el gobierno autonómico anuncia que está negociando con Fomento una versión barata de este ferrocarril, que permitiría ejecutar la nueva infraestructura por un precio módico: 955 millones de euros de nada. Con este dinero se podría construir unas diez veces la ansiada conexión ferroviaria entre Alcoy y Alicante y así, darle algún sentido a la existencia de nuestro agonizante tren a Xàtiva. Aunque resulta muy difícil no cabrearse con este agravio, conviene ser realista y recordar que el interior de la Comunitat Valenciana ha sido, es y será por los siglos de los siglos una zona muerta e inexistente para todos los gobernantes de este país puñetero y desvertebrado. Nota: hace un par de meses, la consellera de Infraestructuras se paseó por Alcoy pidiendo paciencia y anunciando a quien quisiera escucharla que no había ni un duro para el tren Alcoy-Xàtiva. Más claro, agua.
Esperando la sustancia
Alcoy será una Smart City, signifique lo que signifique la dichosa palabreja. La experiencia nos ha metido en el cuerpo una justificada desconfianza hacia esos rimbombantes títulos con que los diferentes gobiernos quieren convencernos de que están realizando un titánico esfuerzo para meternos en la modernidad más rabiosa. Bajo estas pretenciosas iniciativas, suele esconderse un descorazonador vacío de contenidos; la nada perfectamente envuelta para regalo y pagada con suculentas aportaciones de dinero público. La última tomadura de pelo fue la de Alcoy Ciudad Digital, con un millón de euros de presupuesto, que nadie supo dónde fue a parar. El actual gobierno municipal lo intenta a su manera, anunciando el proyecto de ciudad inteligente. Sensación de eterno “déjà vu”. Mucha teórica, mientras seguimos a la espera de que algún día llegue la sustancia.
El precio del perdón
El Ayuntamiento de Alcoy gana y pierde sentencias relacionadas con el carísimo y variopinto legado de “mantecaos” urbanísticos que le dejó el Partido Popular. Si hace una semana, un tribunal rechazó una denuncia municipal por pagos indebidos en las obras Calderón; en los últimos días, un juzgado le ha dado la razón a la corporación y ha bloqueado la posibilidad de que la promotora de Serelles reciba una indemnización millonaria por la paralización del proyecto. Al margen de los detalles de cada pleito, hay que subrayar un punto en común en todos estos asuntos: los responsables municipales dedican duros ataques a las empresas implicadas en estas actuaciones, pero nunca citan a los gobernantes que las hicieron posibles. Jorge Sedano y su equipo han desaparecido de la historia de Alcoy por decreto ley. El grupo Ortiz entró al asalto en el Teatro Calderón y Luxender envió por su cuenta y riesgo las excavadoras para invadir las faldas de Mariola sin que ningún gobierno municipal les diera permiso. Es un cuento de grandes proporciones y alguien está empeñado en que nos lo creamos. El dúo PSOE/EU aplica en Alcoy una Ley de Punto Final absolutamente incomprensible y absolutamente inmoral. Este perdón universal a las huestes populares lo pagaremos entre todos los alcoyanos con el dinero de nuestros impuestos. Eso, ni se pregunta.
Locos y genios
Maravillados con el Pequeño Nicolás. Ante un personaje de esta envergadura, sólo caben dos opciones. Si sólo la mitad de las cosas que dice fueran ciertas, estaríamos ante un deslumbrante genio precoz de la política, ante un nuevo Winston Churchill, que debería ser nombrado presidente del Gobierno de manera inmediata. Si lo que cuenta es mentira, debería ser ingresado cuanto antes en un manicomio para recibir atención médica especializada. Antes, los locos se creían que eran Napoleón y ahora se creen que son políticos corruptos. Vamos a menos.
Mala digestión
Alcoy no es capaz de digerir ni siquiera una versión light de la peatonalización de su casco histórico. La tímida propuesta municipal, adoptada tras un trabajadísimo acuerdo con asociaciones de comerciantes y de vecinos, ha sido contestada por 1.590 firmas, en las que se exige que se paralice el proyecto. Sólo hay dos soluciones para salir de este bloqueo permanente. La primera consiste en lograr un gran consenso de todos los colectivos implicados y su viabilidad es muy improbable, dadas las insalvables diferencias de criterio existentes. La segunda es mucho más complicada y pasa por que el Ayuntamiento haga efectiva su autoridad y decida imponer un plan peatonal contra viento y marea, ignorando totalmente las críticas y afrontando los costes políticos de una actuación tan sensible. La cosa pinta mal.
Naufragios
Un alcoyano se convierte en el protagonista de los telediarios de toda España. Los noticiarios van narrando las acciones inexplicables del hombre que acabó hospitalizado y grave tras lanzarse al foso de los leones en el zoológico de Barcelona. Es la historia de un naufragio personal, el relato minucioso de un descenso a los infiernos. Sea por la cercanía geográfica del protagonista o por la potencia del suceso; lo cierto es que este caso –expuesto hasta el último detalle ante el escaparate nacional- hace pensar; provoca una reflexión sobre esa cosa tan rara y tan difusa que hemos dado en llamar la vida.
Cuestión de ritmos
Las obras de construcción del centro de enfermos mentales de Alcoy se adjudicaron en 2010 y tenían un plazo de ejecución de nueve meses. Se han acabado cuatro años después. Así son los ritmos de trabajo habituales de las administraciones públicas españolas. Ni siquiera el hecho de que estemos ante una infraestructura que cubre una urgente necesidad social ha impedido que la Generalitat Valenciana aplicara su doctrina tradicional en este proyecto. Nos hemos acostumbrado a este tipo de incumplimientos, hemos asimilado como algo normal estas exhibiciones de incompetencia y de insensibilidad.
Si he fet algun comentari ocasionalment ha estat per a matisar les critiques al govern municipal. En aquest cas no. A l’inrevès. Encara que les coses no són el que semblen, la crítica al ‘no punt final’ és absolutament encertada. El govern hauria d’haver anat més enllà dels pleits civils per a recuperar diners (que estan molt bé). Cal obrir portes i finestres i que entre l’aire i la claror. Caldrà (ho pose en futur) que es pose a disposició dels tribunals tota la documentació per a que, si hi ha, es depuren responsabilitats criminals. Potser en algunes coses no es puga perquè siga indemostrable (verbigràcia, en els temes urbanístics on és molt difícil saber-ne res si els implicats no obren la boca). Però en altres no és tan complicat: si sabem que hi ha sobrecostos (i avaluats al cèntim) al Calderón també podem saber quins han estat els responsables i si la seua conducta ha estat punible segons els criteris del Codi Penal. L’únic que espere és que no hagen prescrit possibles faltes o delictes. Si passa això, nosaltres també en tindrem alguna responsabilitat.