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Punto de vista
La semana: la rotonda del tomate, los sueldos Nescafé y el reencuentro con Els Joglars
Javier Llopis - 05/06/2015
La semana: la rotonda del tomate, los sueldos Nescafé y el reencuentro con Els Joglars

Alcoy vive sumergido toda la semana en la agradable vorágine del teatro. La Mostra lo llena todo. El balance anual de Cáritas nos coloca ante una realidad muy complicada, la rotonda de Batoy se enfrenta a su cuarta reparación en cuatro años y se dan los primeros pasos para una legislatura, que arrastrará un abultado catálogo de temas pendientes; de grandes clásicos alcoyanos, que atraviesan las fronteras del tiempo.

La rotonda del ¡ji,ji,ji!
Corría el mes de enero de 2011 y el presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, inauguraba la rotonda de Batoy, acompañado por el alcalde de la época Jorge Sedano. El acto protocolario estuvo rodeado de mucho ¡ji,ji,ji!, de codazos de complicidad y de innumerables comentarios maliciosos. El desproporcionado coste de aquella infraestructura, 970.000 euros del ala, no pegaba ni con cola con la evidente modestia de la construcción. La frase del día era ¡Cuate, aquí hay tomate!. Pasados cuatro años de aquel acontecimiento, se han tenido que efectuar hasta cuatro reparaciones diferentes de la glorieta en cuestión; demostrándose que además de resultar carísima, estaba hecha con el culo. Ni que decir tiene que nadie ha pedido responsabilidades por unos hechos que huelen a pura mierda (por algo más que las filtraciones de aguas fecales) y que les están costando un pico a los alcoyanos. La bondad del gobierno municipal de Alcoy es infinita y su capacidad de perdón hacia los desmanes del antiguo PP no tiene límites. Son unos santos varones.

El letrerito de The End
Empieza una nueva legislatura municipal. Seguiremos hablando de la Rosaleda, del edificio de los juzgados que no se puede utilizar, de la chapuza de Serelles, de la necesidad urgente de buscar suelo industrial, de los riesgos de la Canal, de acciones urgentes para recuperar el casco histórico, de proyectos para la antigua fundición de Rodes, de planes de peatonalización para el centro, de la apertura del CADA y de la supervivencia del tren Alcoy-Xàtiva. Si no fuera porque la legionela se ha dado la baja voluntaria, estaríamos ante los mismos temas de hace diez años. Vivir en este perpetuo bucle se hace cada día más aburrido y más estomagante. Los proyectos de futuro, los desastres y las ideas luminosas se arrastran por los años sin ir a ningún sitio y sin que nadie sea capaz de ponerles el ansiado letrerito de The End. Los políticos inician fructíferas carreras, viven momentos de gloria, fracasan y se retiran sin solucionar ninguno de estos asuntos, que parecen sobrevivir de forma autónoma resistiendo el paso del tiempo y los cambios de color político. El gran culebrón alcoyano sigue ahí para siempre, dándonos tema para las conversaciones de barra de bar y proporcionándonos un material perfecto para hacer disertaciones sobre la decadencia general de la ciudad. Y luego, la gente se extraña de que hayamos bajado de la frontera de los 60.000 habitantes.

Los números de Cáritas
El número de personas que necesitaron los servicios de Cáritas en Alcoy creció un 30% a lo largo del pasado año. Esta cifra demuestra dos cosas: la primera es que el tan cacareado final de la crisis es un cuento chino y la segunda, que hay muchas familias que han agotado todas sus reservas y que se han quedado a la intemperie ante las inclemencias de una economía adversa, que para ellas no tiene ninguna pinta de mejorar. Además de dedicar todos sus esfuerzos a potenciar su política social, los concejales que han salido de las últimas elecciones se enfrentan a una obligación ineludible: contenerse todo lo que puedan a la hora de celebrar ese tradicional trapicheo de dedicaciones exclusivas, nombramientos de asesores y demás mamandurrias, que suele seguir casi siempre al inicio un ciclo electoral. El espectáculo de un grupo de políticos repartiéndose sueldos Nescafé para los próximos cuatro años resulta especialmente obsceno en estos tiempos.  Y si nos lo evitamos, mejor para todos.

La crisis y la Fiesta
La edición alcoyana del diario Información llama la atención sobre un dato altamente significativo: el número de niños aspirantes a Sant Jordiet ha caído en picado a causa de la crisis. La noticia nos coloca ante la necesidad de reflexionar sobre las difíciles relaciones entre las Fiestas de Alcoy y los inevitables ajustes económicos que han de hacer las familias en estos tiempos de recesión y de paro. Siguiendo la estela de crecimiento general de los festejos, el cargo de Sant Jordiet se ha ido complicando con los años, generándose a su alrededor un programa de actividades propio, que contribuye a realzar esta figura festera, pero que también dispara los costes económicos de la celebración. Los modestos santjordiets de hace 20 o 30 años resultarían irreconocibles en la actualidad. La Fiesta tiende a institucionalizar todas las actividades y obliga tácitamente a sus cargos a ir siempre un poco más lejos de lo que fueron sus antecesores. El resultado de esta evolución es una drástica reducción del número de niños que aspiran a encarnar la figura del patrón, ya que muchas familias festeras desechan esta posibilidad ante la llegada de un gasto que no pueden asumir. Alguien debería sentarse a meditar sobre una Fiesta que para muchos empieza a convertirse en algo prohibitivo.

El Señor Lobo llega a TV3
Lógica ilusión ante la posibilidad de que los valencianos volvamos a ver las emisiones de TV3 tras la victoria de las izquierdas en las elecciones autonómicas. A riesgo de ser un aguafiestas y con la experiencia que da ver sus programas  a través de ONO, hay que señalar que durante el largo periodo de apagón la televisión autonómica catalana ha experimentado un espectacular cambio. Aquella BBC rigurosa, imparcial y de altísima calidad ha pasado a la Historia. La ha sustituido una poderosa máquina de propaganda política, que tiene como único objetivo destacar las bondades del proceso de independencia y atacar a los enemigos de la patria. Este modus operandi alcanza cotas de vergüenza ajena en las tertulias políticas, en las que todos los interlocutores están de acuerdo y compiten a la hora de darse la razón mutuamente y de sonreírse con cara de listillos. Cinco minutos de este empalagoso espectáculo de unanimidades hacen que uno reclame a voz en grito la inmediata presencia del Señor Lobo, aquel maravilloso personaje de Pulp Fiction, que acuñó para la Historia la frase inmortal: “Caballeros, no empecemos a chuparnos las pollas todavía”.

¡Felices Pascuas!
Más listo que el hambre. El amigote de Serafín Castellano, que invitaba a cacerías y que le hacía regalos al conseller a cambio de la concesión del dispositivo aéreo de lucha contra los incendios forestales, encontró una fórmula infalible para ganar más dinero con la contrata: extender hasta las Navidades el periodo de riesgo, a pesar de que habitualmente acaba en septiembre. La flotilla de aviones de este personaje siempre estaba en estado de alerta, perfectamente preparada para intervenir si la traicionera chispa de una nevada llenaba de fuego los montes valencianos. En la Comunitat Valencia la corrupción política se convirtió en todo un arte, en un despliegue de imaginación capaz de superar hasta las mismísimas limitaciones del calendario y de la climatología.

Reencuentro
Reencuentro con Els Joglars en medio de una esplendorosa edición de la Mostra de Teatre, que celebra a lo grande su 25 aniversario. Los espectadores recuerdan con nostalgia aquellas inolvidables representaciones de la compañía en el desaparecido Teatro Circo, en las que el público y los actores establecían una complicidad muy especial. Tras el paso de los años, en el escenario del Calderón se representa (con permiso de los apagones y de Iberdrola) el último montaje del grupo: VIP. Aunque la tendencia a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor es irresistible, hay que reconocer que la obra contiene momentos muy potentes en los que se refleja la mejor tradición “joglaresca” y la continuidad con el estilo de Albert Boadella, hoy desvinculado de su proyecto teatral. Hay tramos de cierta dispersión, pero todo se disculpa ante la calidad de determinadas escenas.   El final resulta grandioso y nos permite salir del teatro con esa sensación alegre que acompañaba siempre a las visitas de “Els Joglars” a Alcoy, con esa sensación de que se ha asistido a algo único y especialmente brillante.

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