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Punto de vista
La semana: las barbas del vecino, los desinteresados y la eterna batalla socialista
Javier Llopis - 03/07/2015
La semana: las barbas del vecino, los desinteresados y la eterna batalla socialista

La puesta en marcha del nuevo Consell lo llena todo. Los cambios en la Generalitat generan expectativas en Alcoy y anuncian la revisión de algunos de nuestros grandes temas, como el proyecto Alcoinnova. El PSOE inicia una nueva batalla entre Alcoy y la comarca, mientras el calor se apodera de la actualidad.

Empezar de cero
El nuevo gobierno autonómico se estrena paralizando el ATE de Ikea en Alicante. Aplicando el viejo refrán de cuando las barbas de tu vecino veas afeitar pon las tuyas a remojar, cabe esperar una reacción muy parecida respecto al ATE de Alcoinnova. Todos los partidos del nuevo Consell coinciden en mostrar su rechazo a este tipo de macroproyectos procedentes de la época del PP. Estamos entrando en una nueva fase respecto al plan de La Española en la Canal y todo parece indicar que la única vía existente es la de una negociación a tres bandas entre la empresa, el Ayuntamiento y la Generalitat. A partir de aquí, toca esperar a ver cómo mueven las fichas cada uno de estos tres interlocutores. La aceitunera ligó la suerte de su parque empresarial al PP y tras la debacle popular, tendrá que empezar de cero.

El desinterés de Podemos
El periodista Pep Torrent aporta un punto de vista interesante en su columna dominical del diario Información. Según este veterano cronista de la actualidad valenciana, las dos franquicias emergentes de la política nacional –Podemos y Ciudadanos- consideran las pasadas elecciones autonómicas un mero trámite intermedio para alcanzar su único objetivo real: obtener un buen resultado en los próximos comicios generales. Esta sensación de desinterés hacia los asuntos del terreno se hace especialmente patente en el caso de Podemos, un partido que ha rechazado formar parte del Consell y que actúa como un espectador pasivo del ilusionante momento que está viviendo actualmente la Comunitat Valenciana. Con la constitución de la nueva Generalitat, la izquierda valenciana está desencadenando un proceso de gestos espectaculares y de decisiones importantes del que la gente de Podemos se ha autoexcluido, asumiendo el extraño papel de guardián de las esencias progresistas. Hay quien atribuye esta situación a razones de pura estrategia política con el fin de evitar el desgaste que comporta siempre gobernar; otros, en cambio, consideran que los compañeros valencianos de Pablo Iglesias no dicen nada por una razón muy simple: no tienen nada que decir, ya que se trata de un grupo de recién llegados a la política, que carece de un discurso sólido sobre los temas autonómicos.

La crisis de los iPhone 6
La crisis de los iPhone 6 pone de relieve que la opinión pública valenciana está muy sensible. El anunció de que las Cortes Valencianas iban a gastarse 64.200 euros en la compra de teléfonos móviles de alta gama para los diputados desató una oleada de críticas, que ha acabado por paralizar la iniciativa y con la sustitución de estos aparatos por otro más baratitos. Los nuevos padres de la patria van a ser examinados con lupa y se valorará hasta el milímetro cualquier decisión y cualquier gasto. Los propios políticos habían puesto muy altas las expectativas de regeneración y de austeridad y lo lógico es que ahora se les exija el cumplimiento de sus promesas. La gente no les dejará pasar ni una y va a controlarles hasta el último euro. Los tiempos han cambiado, los ciudadanos nos hemos vuelto unos tocapelotas y eso está muy bien.

Climent lo tiene fácil
Rafa Climent, ex alcalde de Muro, asume la conselleria que diseñará la política industrial en la Comunitat Valenciana. Como manda la tradición, al nuevo mandatario autonómico se le exige que barra para casa y que se acuerde de estas comarcas durante su estancia en el Cap i Casal. Es una extraña costumbre, que pide a los gobernantes que incurran en una especie de nepotismo localista cuando llegan al poder para favorecer a su pueblo o a su área de influencia. La verdad es que Climent lo tiene muy fácil. Su antecesor comarcal en el cargo fue el irrelevante y desganado Miguel Peralta, cuya etapa como conseller de Industria pasó totalmente inadvertida en Alcoy y en el resto de la comarca. En Justicia, las cosas fueron aún peores y el dirigente popular nos legó a todos los alcoyanos un palacio judicial que le costó al Ayuntamiento más de 3 millones de euros y que lleva cuatro años cerrado sin poderse utilizar. No es que el listón esté muy bajo, es que Peralta ni siquiera dejó listón.

El teatret
La decisión de prorrogar este año los presupuestos municipales de Alcoy, tomada por el PSOE, ha convertido el proceso de elaboración del presupuesto participativo en un teatret inútil y sin sentido. Los ciudadanos de a pie que participaron en esta iniciativa se han quedado con cara de tontos, al comprobar que sus propuestas (debatidas y votadas) se van a ir directamente a cubo de la basura. Será muy difícil volver a convencer a esta gente de las bondades de la participación y de la transparencia de la gestión municipal.

Un clásico socialista
Vuelve el PSOE a donde solía: al enfrentamiento permanente entre los socialistas de Alcoy y los de la comarca. Toni Francés hace valer su peso político y consigue que la ejecutiva provincial del partido lo escoja para diputado. El veterano Jaume Pascual defiende su plaza en la Diputación con el apoyo de la dirección comarcal y todo apunta a que se tendrá que votar entre las dos opciones. Estas guerras dejan su inevitable rastro de agravios y de cuentas pendientes. No es extraño que en l’Alcoià y El Comtat fracasen sistemáticamente los proyectos de comarcalización, si los propios partidos son incapaces de vertebrarse entre ellos. La guerra entre los pueblos pequeños y las ciudades grandes es un clásico del socialismo comarcal, que se remonta a los tiempos prehistóricos de Pepe Sanus.

Espectáculo
Los telediarios han iniciado una loca carrera en la que parecen competir a la hora de aterrorizar a la gente sobre las terribles consecuencias de la ola de calor. La información de servicio ha acabado transformándose en puro espectáculo y la búsqueda de audiencia ha hecho que las teles crucen todas las barreras del decoro y de la ética profesional. Esta singular locura mediática empieza a enfrentarse a las consecuencias del efecto boomerang: conscientes de que la información meteorológica televisiva se está convirtiendo en un show de variedades, muchas personas se buscan la vida por vías alternativas a la hora de recabar datos fiables sobre el tiempo que hará mañana.

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