Mientras la Generalitat sigue enganchada a su adicción al AVE, acaba la historia de la línea de autobuses entre Alcoy y Gandía. La semana nos deja el nombramiento oficial de Toni Francés como candidato del PSOE a la Alcaldía y nuevas polémicas en torno a plan de peatonalización del centro.
Autodestrucción
Entras en un comercio y sobre el mostrador te encuentras unas hojas de firmas en las que se recogen apoyos contra la peatonalización del centro. La misma historia de siempre. La capacidad de los alcoyanos para la autodestrucción es infinita. Hay que hacer un esfuerzo mental considerable para aceptar que todavía haya gente convencida de que el centro tiene alguna posibilidad de supervivencia si sigue como está. Resulta imposible no escandalizarse ante la ceguera urbanística de unas personas incapaces de ver que el casco histórico de Alcoy se ha convertido en una catástrofe de grandes proporciones, que necesita soluciones radicales y urgentes. El miope conservadurismo de políticos y de ciudadanos y la negación sistemática a los cambios han llevado al centro a la situación patética en la que se encuentra en la actualidad. Si triunfan estas campañas incomprensibles, dentro de muy poco ya no habrá nada que discutir: el casco antiguo de Alcoy será un inmenso erial para coches, en el que durante tres días celebraremos las Fiestas de Moros y Cristianos y en el que seguiremos llorando el resto el año.
Obsesión
Se acercan las elecciones y un Fabra políticamente acojonado echa mano de su repertorio de grandes éxitos de hoy, de ayer y de siempre. El presidente de la Generalitat se reúne con la ministra de Fomento y anuncia la reactivación del AVE regional, que unirá Valencia y Alicante. La obsesión de esta gente por los AVEs roza ya lo patológico. A pesar de que estos trenes son los responsables de una notable cantidad de carísimos fiascos, nuestros políticos siguen aferrados a ellos como si no existiera nada más en el mundo de las infraestructuras. Por supuesto, no hay previstas inversiones para cercanías ni para la línea Alcoy-Xàtiva. En el proceso de vertebración de la Comunitat Valenciana nos ha tocado el papel de hermano tonto y ahí seguiremos si alguien no lo remedia.
Como una cabra
La directora de la Politécnica de Alcoy le pide públicamente a su rector un título universitario propio y exclusivo para su campus, señalando que ésta es una de las pocas maneras de escapar al perpetuo estado de ansiedad que vive un mundo académico metido en una permanente competencia por arrebatarle alumnos a la universidad de al lado. Si uno mira el mapa, se echa las manos a la cabeza. Apenas 180 kilómetros separan Valencia de Elche y en este corto espacio aparecen seis campus públicos diferentes -Valencia, Gandía, Ontinyent, Alcoy, Alicante y Elche- peleándose por una matrícula cada vez más exigua. Si a esto le añadimos las universidades privadas y las innumerables sedes universitarias, se llega a una conclusión alarmante: el tipo que diseño el mapa académico de la Comunitat Valenciana estaba como una cabra.
El canguelo
Lunes por la noche en el cine. Dos únicos espectadores en la sala y en la pantalla “La isla mínima”; enorme peliculón, que consigue inyectarte en el cuerpo una dosis casi letal de inquietud. Acaba la sesión a las diez y media, el centro comercial medio vacío, las calles de Alcoy sin un alma y la iluminación pública tan cochambrosa y tan oscura como siempre. Un escenario perfecto para conservar la sensación de canguelo de la película durante todo el recorrido de regreso a casa. Algún día, algún director de cine espabilado se dará cuenta de que somos el decorado perfecto para una película de terror. Álex de la Iglesia ya lo probó con éxito en “Balada triste de trompeta”. Hay noches de entre semana en las que Alcoy parece la mismísima Transilvania.
Con ocho basta
Toni Francés se convierte en el primer candidato a la Alcaldía oficialmente designado por su partido. Mientras el resto de formaciones políticas navegan en un mar de dudas, el dirigente socialista acude a los comicios municipales con una convicción: el PSOE local ha tocado suelo y los cuatro años en el poder servirán para mejorar los últimos y nefastos resultados electorales. A la vista de que todas las encuestas anuncian un salón de plenos altamente fragmentado y con un PP en caída libre, con sólo ocho concejales los socialistas saldrían reforzados como primera fuerza política y estarían en condiciones de asumir la Alcaldía durante cuatro años más. La política de pactos ya es harina de otro costal y se resolverá sobre la marcha.
Auge y caída de la Paloma Gandiense
Alcoy y Gandía son ciudades hermanas, que durante muchos años estuvieron conectadas por una solvente red de transportes públicos. Hasta la década de los sesenta del pasado siglo estuvieron unidas por un tren y por un autobús, que canalizaban el tráfico constante de pasajeros y de mercancías. Con la supresión de aquel ferrocarril, nos quedamos colgados de un heroico autobús, la mítica Paloma Gandiense, que escalaba a paso de tortuga los empinados riscos del Puerto de Salem tras hacer una parada en Beniarrés para tomar oxígeno. Tras vegetar durante años en medio de la escasez de servicios y de la falta de usuarios, esta línea ha sido suspendida por la actual empresa, ante los impagos de las subvenciones de la Generalitat. Las comunicaciones entre las capitales de la Safor y de l’Alcoià quedan en manos de su majestad el coche y centenares de personas de estas comarcas se quedan colgadas en una olvidada tierra de nadie dejada de la mano de Dios y del coche de línea.
Ilusiones y desmesuras
El ex entrenador del Barça Terry Venables inaugura un hotel de lujo con restaurante en Penáguila. Bajo el nombre de La Escondida, abre al público un establecimiento que sucede al antiguo Mas de Pau. Nuevo capítulo de un relato interminable en el que aparecen todos los argumentos de las ilusiones, de las decepciones y de las desmesuras de nuestra reciente historia comarcal. Nacida como buque insignia del turismo rural, esta infraestructura hostelera entró después en fase vegetativa y se transformó al final en la punta de lanza de uno de esos macroproyectos urbanísticos que marcaron la época del boom inmobiliario. Aunque esta iniciativa tensionó la política municipal de Penáguila hasta extremos desconocidos en esta tranquila localidad, el proyecto de crear en la zona una gran urbanización chocó con la realidad y con las dificultades ambientales y al final, hemos vuelto a la casilla de salida.