La valoración periodística y social de la manifestación del pasado sábado está diametralmente clara: la convocatoria fue un éxito incontestable, que logró reunir a una cifra muy importante de alcoyanos (entre 1.500 y 3.000, según estimaciones), que se echaron a la calle para exigir una sanidad digna y para reivindicar mejoras en un área de salud que vive un periodo de fuerte crisis. Lo que ya no es tan sencillo es hacer la lectura política de una gran movilización ciudadana, que por su envergadura exige un drástico cambio en el tratamiento que las autoridades sanitarias le dan a Alcoy y a la comarca. La distante frialdad de casi todos los partidos de izquierdas (defensores de lo público) contrasta con la euforia del PP (el partido responsable de las grandes privatizaciones sanitarias de la Comunitat), generando una cierta desorientación en aquellas personas que llenaron la plaza de España para apoyar sin matices ideológicos las justas reivindicaciones de los médicos y del personal sanitario.
Las ausencias y las presencias son un buen barómetro para medir el grado de entusiasmo que esta cita provocó en las diferentes formaciones del arco político municipal. PSOE, Guanyar y Podemos mandaron representaciones testimoniales, destacando la ausencia de sus líderes. Compromis estuvo con Màrius Ivorra y el PP echó el resto, sacando a la calle a un buen número de personas de esas que casi nunca van a las manifestaciones. Junto a este intercambio de gestos políticos conviene tener clara una cosa: la plaza se llenó gracias a la masiva afluencia de gente normal y corriente, de ciudadanos de a pie que decidieron robarle un rato a su sábado para hacer patente su malestar con el estado general de la sanidad pública en Alcoy y en la comarca. Intentar convertir lo del sábado en una manifestación de derechas sería un error grave de apreciación, que impediría extraer las lecciones que nos ha dejado este notable acto cívico.
El trasfondo político está claro. En las filas socialistas se valora esta movilización como un ataque directo a la gestión de su partido en la Generalitat y de rebote en el Ayuntamiento. Por su parte, el PP ha encontrado un filón en las denuncias planteadas por los médicos, que le han proporcionado material de alto octanaje para desgastar de una tacada a los gobiernos de Ximo Puig y de Toni Francés. Estamos ante un escenario resbaladizo en el que las fuerzas de la izquierda se han movido con un exceso de prudencia, resumiendo su posición en un extraño “sí pero no” que ha tenido unos resultados chirriantes. El temor a convertirse en compañeros de viaje del PP ha tenido efectos altamente disuasorios sobre unas formaciones que siempre han tenido como santo y seña la defensa de lo público y que en este asunto concreto parecen dudar.
Sería un drama que esta sobredosis de táctica partidista acabara desactivando el contundente mensaje lanzado por la manifestación del sábado. Con una sanidad pública en pleno deterioro y con la amenaza de un gran proyecto sanitario privado volando sobre nuestras cabezas, es urgente y obligado recoger el guante que lanzaron centenares de alcoyanos y ponerse inmediatamente a la faena para sacar del bache a nuestra Área de Salud.
POSDATA. Como las ausencias, las presencias también son importantes. Entre los asistentes a la manifestación estuvieron Pepe Sanus y Concha Martínez, el alcalde y la concejala de Sanidad que levantaron de la nada un modelo sanitario de éxito, que supuso un paso histórico en la extensión de la atención sanitaria pública y gratuita a todos los habitantes de Alcoy y de la comarca. Todo un gesto, que confirma que la mala situación de nuestra sanidad es un problema que está por encima de las miserias del rifirrafe político.