Y del orgullo pasamos a la vergüenza en cuestión de unos pocos años. Teníamos muy claro que las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy eran una manifestación cultural ejemplar, capaz de asombrar al mundo. Sabíamos que festeros de toda la geografía nacional se acercaban a nuestra ciudad para copiar ideas o para inspirarse en las estructuras organizativas de una Trilogía, que funcionaba como un reloj y que cada año ponía en las calles unos espectáculos dignos de una superproducción de Hollywood. No podíamos resistir la tentación de presumir de un evento colosal que se había convertido en la imagen de marca de esta comunidad perdida entre montañas, en un ejemplo de creatividad colectiva que atraía a turistas de todo el globo terráqueo
Todo este edificio de autocomplacencia se derrumbaba sobre nosotros el día en que un grupo de mujeres valientes decidía colocarnos a todos ante el espejo. La maravillosa Fiesta alcoyana, los mejores Moros y Cristianos del mundo, tenía una inmensa avería ética y social que generaba vergüenza: la mitad de la población de Alcoy, las mujeres, estaba excluida de esta celebración, que las condenaba a un papel secundario o a la más absoluta inexistencia. De golpe y porrazo, se perdió toda la magia. Los medios regionales y nacionales dejaron de hablar de capitanes, de músicas, de boatos o de batallas de arcabucería. Las teles y los periódicos se llenaron de historias vergonzantes, en las que las aspiraciones de unas mujeres alcoyanas eran laminadas por grupos de hombres, que escudados en la sacrosanta tradición se armaban con un argumentario legal digno de los peores sumideros intelectuales del siglo XIX. Alcoy dejó de ser la ciudad que celebra las mejores Fiestas de Moros y Cristianos del universo y pasó a convertirse en ese sitio tan retrógrado en el que un grupo de talibanes tronados es capaz de humillar a mujeres de toda edad y condición, impidiéndoles algo tan sencillo como es el participar en los festejos de su pueblo.
La lucha contra esta afrenta colectiva ha ocupado los últimos treinta años de historia de esta sociedad. La integración femenina, permanentemente enfrentada con los sectores más reaccionarios, ha sido una batalla larga y agotadora. Cada avance, cada momento histórico dejaba tras de sí un paisaje de tensión social y de fuertes divisiones que poco tiene que ver con la habitual concepción de una celebración festiva popular. El último paso ha sido histórico: el Casal admite las escuadras mixtas y los cargos ostentados por mujeres (alférez y capitán). Lo que hace muy poco tiempo era una alternativa inconcebible, acaba por integrarse en la normalidad, constatándose que poco a poco se van cubriendo hasta los objetivos más difíciles.
La satisfacción por este nuevo logro, no puede ocultarnos una realidad preocupante: todavía quedan amplios sectores festeros, sociales y políticos (ambigüedad calculada del PP y rechazo lógico de Vox) que están dispuestos a poner trabas a la integración femenina. Aunque lleven años tragando sapos de derrota en derrota, es muy difícil convencer de su error a estos recalcitrantes. Lo único que se puede hacer con ellos es ponerles delante de la cara la brutal contradicción de sus actitudes: aunque se han autonombrado los grandes defensores de la Fiesta, en realidad estos personajes llevan décadas agrediéndola con su intransigencia y arrastrándola por el fango de unos debates antediluvianos que provocan el sonrojo de cualquier persona que respete mínimamente la democracia y la Constitución. El día en que esta gente asuma su equivocación y pida disculpas por todo el daño y por todo el dolor que han causado, los Moros y Cristianos de Alcoy podrán entrar sin problemas en la modernidad.
No puc estar més d’acord smb tu, Javier. La claredat i extrems de la teua reflexió, determinen la intel.ligència del plantejament.
Com sempre, restes sembrat.
Ben cordialment
Enhorabona, és un article tan bo com necessari.
La «ambigüedad calculada» … lamentablement, no ha sigut patrimoni exclusiu d’aquestes sigles que mentes… malogradament, l’hem patida llargs anys, per part de quasi tota la resta de sigles… ara ja no heu pareix, però l’he mviscut i sentit de ben aprop…
Totalment d’acord amb tu. He pogut constatar com en les poblacions de les nostres comarques van passar de l’admiració a la ironia i la xauxa cap a la nostra Festa arran de les primeres negatives sobre la incorporació femenina que van fer-se públiques.