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Punto de vista
Profesorado nativo: Hablar una lengua y enseñarla no es lo mismo
Un buen profesor de lenguas necesita otras destrezas y habilidades, las cuales solamente se obtienen gracias a una buena formación académica específica que te prepare para ello
Enrique Peidro - 07/07/2015
Profesorado nativo: Hablar una lengua y enseñarla no es lo mismo

Un verano, hace ya unos años, tuve la brillante idea de ofrecerme a dar clases de español a mis amigos y conocidos franceses de la playa que estuvieran interesados en ello. Una forma sencilla de ganar un dinerito y que no me supondría gran esfuerzo, ya que, como hablante de la lengua española, esto resultaría sencillo. En la segunda clase, uno de mis alumnos me preguntó qué verbos diptongan la o en presente. Ahí terminó mi aventura como profesor de español.

Cuento esta anécdota para introducir el tema del auge del profesorado nativo en las academias de inglés hoy día. La enseñanza del inglés se ha convertido en un elemento fundamental en la educación de nuestros hijos, y en consecuencia, se ha disparado la matriculación en los centros de idiomas. Y uno de los principales factores que esgrimen las familias para elegir entre las muchas opciones que se les presentan, es que las clases sean impartidas por profesores nativos, poniendo el acento en “nativos”, pero obviando si, además, se trata o no de “profesores”.

He utilizado una experiencia propia para ejemplificar cómo para ser profesor de lengua, y más aun de una lengua extranjera, no basta con tener un dominio de la misma como hablante nativo. En mi caso, hablo castellano con fluidez, lo leo sin problemas, comprendo perfectamente todo aquello que me dicen y soy capaz de escribir sin faltas de ortografía y con corrección gramatical. Y, sin embargo, no fui capaz de resolver determinadas dudas a un alumno extranjero. ¿Porqué? Porque para enseñar una lengua es necesario haber realizado una reflexión profunda sobre la misma, conocer sus mecanismos, normas y estructuras. Pero, además, hay que saber poner todo esto en relación con la lengua materna de las personas a las que tratas de enseñarla, estableciendo relaciones entre ambos idiomas y señalando diferencias.

Esto, en lo que se refiere a nivel lingüístico. Sin embargo, un buen profesor de lenguas necesita otras destrezas y habilidades, las cuales solamente se obtienen gracias a una buena formación académica específica que te prepare para ello. Tan importante, o más,  como el dominio de la lengua es conocer un amplio abanico de metodologías, de técnicas didácticas y pedagógicas, así como un cierto grado de conocimiento de neuro ciencia. Del mismo modo, tener algún conocimiento de psicología también ayuda a la hora de plantear tus clases de una manera u otra. Y, por supuesto, conocer y aplicar una diversidad de técnicas de evaluación resulta muy positivo a la hora de valorar el progreso real de tus alumnos en situaciones muy variadas. Para terminar, nada más útil para mejorar nuestra práctica docente que el “feed back” o retroalimentación que produce un buen proceso de reflexión y autoevaluación sobre lo ocurrido, lo cual solamente es posible si se conocen técnicas adecuadas para ello y se ha adquirido el hábito de hacerlo.

Con esta reflexión, no pretendo menospreciar al profesorado nativo que abunda en la mayoría de las academias de inglés de nuestra ciudad. Obviamente, estos nos presentan una serie de beneficios que no podemos ofrecer el profesorado español de lenguas extranjeras, tales como el dominio fonológico del idioma (entonación, pronunciación…), riqueza de vocabulario, etc. Lo ideal, que duda cabe, sería que en las academias se nos garantizase que las personas que van a enseñar inglés a nuestros hijos pueden acreditar también un mínimo de formación reglada para ello. En caso contrario, yo aconsejo que nadie se deje engañar por ese “canto de sirena” que es que el profesor o profesora sea angloparlante, porque, es más que posible que no sepa enseñar ese idioma. Por favor, a la hora de elegir, priorizad la palabra PROFESORADO antes que “nativo”.

PD: Por si alguien tiene interés en resolver la duda lingüística que me planteó mi amigo Antoine, eso de los verbos que diptongan la o se refería a casos como “dormir”, que en primera persona del singular se conjuga “duermo”; o “poder” que se convierte en “puedo”…

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